sábado, 9 de abril de 2016

NO EXACTAMENTE: CAPITULO 21







—No pienso llegar muy tarde —le dijo Paula a su hermana por segunda vez en la noche.


Vestida con unos pantalones y un suéter, Paula se veía cómoda e informal, pero no demasiado informal. Los tacones, no muy altos, en combinación con los pantalones, le daban una cierta elegancia al conjunto. Además, Paula no tenía muchas oportunidades de usar tacones, así que las aprovechaba siempre que podía. Había algo en usar tacones que le recordaba que era una mujer adulta y deseable.


—¿Adónde vais a ir?


—Eligió un restaurante italiano cerca del centro comercial, Antonio’s.


—Nunca antes lo había oído nombrar.


Mónica se acercó y le colocó un mechón de pelo.


—Hemos pasado frente a él un par de veces, pero nunca he comido allí —dijo Paula. —Llámame si las cosas no van como quieres, y utilízame como excusa para volver a casa antes de tiempo si la cita es desastrosa.


Paula bajó el mentón y sonrió a su hermana.


—Gracias. No creo que vaya a tener que usar una excusa, pero es bueno saber que puedo contar contigo.


—Siempre.


Mónica le alcanzó el bolso negro que Paula había elegido para esa noche.


—Sigo creyendo que tendrías que ir a cenar con Pedro y no con el tal Bruno.


—Basta —dijo Paula alzando la mano—. Me lo has dicho una docena de veces desde ayer. Sé que no lo apruebas, pero esto es lo que tengo que hacer.


—Porque Pedro es camarero y no abogado. No eres tan superficial, Paula, estoy segura. Le gustas a Pedro. ¡Y mucho!


—¿Te lo dijo él?


Paula había estado tratando de sonsacarle a su hermana, durante las últimas veinticuatro horas, de qué había hablado con Pedro. Mónica no confesaba ni una palabra de lo que habían conversado.


—Lo vi en sus ojos. La forma en que te mira es magnética. Aunque no quieras admitirlo, tú lo miras de la misma manera.


Paula hacía todo lo posible por ignorar el magnetismo que había entre ellos. Era capaz de no verlo como hombre y no pensar en el beso la mayor parte del tiempo. Era capaz de borrar las imágenes del hombre con las que fantaseaba en su mente, incluso aquellas en las que estaba desnudo, la mayoría de las veces. La mayor parte del tiempo era capaz de ignorar el ritmo acelerado de su corazón cuando lo veía llegar al restaurante o a la escuela de su hijo, o al parque. 


Vale tal vez no la mayor parte del tiempo, pero sí durante algunas horas. O un par de minutos. Negó con la cabeza.


Estaba perdida.


—Necesito a alguien estable, alguien que tenga un trabajo de verdad, un verdadero futuro. No un empleado temporal de un hotel local que probablemente viajará de regreso a Texas tras las fiestas de Navidad. ¿Te has olvidado de Ramiro, el padre de Damy? ¿Y de Mateo?


—¿Mateo? Oh, ese tipo con el que saliste durante, ¿cuánto? ¿diez minutos?


—Fueron dos meses y se fue a vivir conmigo, si no lo recuerdas. Su idea de ayudar consistió en llevarse el dinero del alquiler y marcharse.


Mateo fue un error que costó caro.


Se colgó el bolso en el hombro y salió de su dormitorio hacia la sala de estar, donde Damy estaba hablando con la amiga de Mónica, Lynn.


—Me voy, Damy. ¿Me das un beso?


Damy se apartó de sus Legos y de Lynn para ir a darle un abrazo.


—¿Volverás a casa antes de que me vaya a la cama? —preguntó.


—No lo creo.


La usual sonrisa feliz de Damy se convirtió en un gesto triste.


—¿Puedo ir contigo a tu próxima cita?


Ay, ay.


—No estoy segura. Ya lo veremos.


La culpa volvía multiplicada por diez.


—Fui a tu cita con el tío Pedro.


Discutir con él sobre la naturaleza de su relación con Pedro no tenía sentido. No lo entendía, y Paula iba a llegar tarde si intentaba explicárselo de nuevo.


—Lo voy a pensar —concluyó Paula, en lugar de explicar nada.


Damy, con el ceño fruncido, se tiró en el sofá.


Paula se despidió de su hermana.


—Te veré en unas pocas horas.



—Llámame si necesitas algo.


—Lo haré. Adiós, Mónica. Adiós, Lynn. —Paula se volvió hacia su hijo—. Adiós, chiquitín.


Damy le hizo un gesto rápido de adiós con la mano, sin apenas mirarla. Paula salió del apartamento preguntándose si estaba haciendo las cosas mal.



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