domingo, 24 de abril de 2016

ILUSION: CAPITULO 30





Pedro se pasó tres días arrepintiéndose de su arrebato. 


Había sido demasiado duro y había presionado en exceso. 


Algún día Paula estaría lista para encontrar su equilibrio, pero todavía le faltaba mucho.


–Las convenciones de Premier Tech Corporation –anunció Luis en tono triunfal al entrar en el despacho de Pedro en el Sagittarius–. Cinco días al mes durante cinco años, quinientos invitados en cada una.


–¿Esto sale de los contactos de Andres? –preguntó Pedro, concentrándose en el trabajo.


–Vamos a enviarte a las ferias de Múnich, Londres y París –Luis dejó un montón de folletos en la mesa–. El negocio empresarial es el más lucrativo de todos. Partes el viernes. Elige a cinco miembros del personal para que te acompañen.


–¿No puedo elegir yo mi propia agenda?


–Tú te encargas de la expansión en el extranjero. Además, se trata de Londres y París, no de Siberia. ¿A quién no le gustaría ir a Londres y París?


Era una gran oportunidad. Y era un idiota si seguía esperando a Paula. Ella tenía su vida y él tenía que seguir con la suya. Le había dejado clarísimo que no quería sus consejos, ni lo quería a él.


–Supongo que debería empezar a formar un equipo de marketing.


Luis se sentó.


–Puedes contratar a gente nueva o ver si tenemos a alguien apropiado en el personal.


–Me gusta Gabrielle, de relaciones públicas. Es de París. Habla perfectamente francés e italiano.


–Y es muy guapa.


Pedro frunció el ceño.


En esos momentos no le interesaba ningún mujer que no fuera Pau.


–Seguramente tenga amigas guapas en París.


–Lo tendré en cuenta.


–¿Pau ha roto contigo? –le preguntó Luis. Pedro había dejado de fingir.


–No hemos vuelto a hablar desde la boda.


–Igual que la otra vez…


–Supongo. Todo estaba condenado desde el principio.


–¿Estás bien?


–Lo estaré. Al fin y al cabo he tenido seis meses para acostumbrarme.


Luis lo miró pensativo.


–Tengo la sensación de que nunca llegaste a superarlo. Y al volver a estar con ella… bueno, parecías estar muy bien juntos, Pedro.


–Lo estábamos, hasta que se acabó.


–¿No podía volver a funcionar?


–Durante un tiempo así lo creí –recordó la imagen de Paula durmiendo abrazada a él en el Big Blue–. Pensaba que teníamos otra oportunidad.


–Quizá puedas superarlo en París.


–Quizá.


–Llévate a Gabrielle. Sus amigas podrán ayudarte.


Pedro sonrió. Una aventura en Francia no entraba en sus planes. No podía imaginarse haciendo el amor con nadie más que con Paula



****


En la sala de juntas, Paula miraba a Noah y a Ken desde el otro lado de la mesa. Hasta ese momento había deseado desesperadamente que Pedro estuviese equivocado y ella tuviera razón.


–Son una bazofia –les dijo, cubriendo la pantalla de la tablet donde estaba examinando los guiones revisados.


–Creemos que van en sintonía con… –empezó Noah.


–No –lo cortó ella–. Son espantosos. Y es más, vosotros lo sabéis –la furia barrió su decepción–. Queréis que este proyecto fracase. No aprobáis mi nueva política y queréis hacer valer vuestra opinión como sea, a costa de frustrar el proyecto.


–Hemos hecho lo que nos pediste y… –empezó Ken.


–No –repitió ella–. Habéis intentado debilitar mi posición y aprovecharos de la empresa en vuestro propio beneficio. Pero no vais a conseguirlo –se levantó y llamó a su secretaria, quien respondió enseguida–. ¿Becky? Avisa a seguridad, por favor. Que vengan inmediatamente.


Noah y Ken palidecieron.


Hubo una brevísima pausa.


–Enseguida están allí.


Paula dejó el teléfono.


–Alguien de contabilidad se pondrá en contacto con vosotros para la indemnización, en la que estarán incluidos vuestros planes de pensión. El personal de seguridad os acompañará a vuestros respectivos despachos para que recojáis vuestros efectos personales.


La puerta de la sala de juntas se abrió y entraron dos guardias de seguridad.


–Estos dos caballeros ya no trabajan para Chaves Media –los informó Paula–. Por favor, asegúrense de que recogen todas sus cosas y que dejen los teléfonos de la empresa y sus llaves. Y que el departamento de informática bloquee sus cuentas.


Noah se puso en pie y los dos guardias avanzaron inmediatamente hacia él.


–¡No puedes despedirnos! –gritó.


–Acabo de hacerlo –dijo Paula, recogiendo tranquilamente sus cosas.


–¡Tenemos el apoyo del departamento creativo! –exclamó Noah.


–Y yo soy la presidenta ejecutiva –respondió ella desde la puerta.


–Te arrepentirás de esto –fueron las últimas palabras que oyó de Noah.


Becky la esperaba en el pasillo.


–¿Se encuentra bien?


–Mejor que nunca –se había quitado un gran peso de los hombros. Y cuando hiciera lo que le quedaba por hacer se sentiría aún mejor.








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