sábado, 23 de abril de 2016

ILUSION: CAPITULO 24





Paula se sentía como si hubiera retrocedido en el tiempo hasta los años de su adolescencia. Eran casi las diez de la noche, fuera llovía y habría que esperar hasta la mañana siguiente para las labores de limpieza. En el gran salón del Big Blue, Marlene repartía tazas de chocolate caliente mientras Cesar relataba la aventura del río, la solidaridad y entrega demostradas por todos, y sin escatimar detalles del heroico rescate de Pedro.


Por suerte nadie más había resultado herido por la riada.


Tras hacerle una radiografía a Paula y constatar que el hombro estaba bien, el médico le recetó algunos analgésicos y le dijo que guardara reposo durante una semana. Paula se sentía plácidamente cansada y atontada mientras miraba a Pedro. Le había salvado la vida arriesgando la suya propia.


 ¿Cómo podía darle las gracias?


–¿Cómo está el chocolate? –le preguntó Tamara, acurrucándose junto a ella en el sofá.


El fuego crepitaba en la gran chimenea de piedra, y de la cocina llegaba el delicioso olor de las galletas recién hechas.


 La lluvia golpeteaba incesantemente en los cristales.


–Delicioso –respondió Paula, tomando un sorbo.


–¿Así era en tu infancia? –preguntó su amiga, mirando la atmósfera cálida y hogareña que se respiraba a su alrededor.


–Exactamente igual… A veces lo echo de menos.


–Definitivamente no tiene nada que ver con Los Ángeles.


–Me gustan los dos sitios –afirmó ella, aunque en aquellos momentos prefería Cheyenne. Le encantaría quedarse allí unos días más y no pensar en nada.


–¿Cómo están las cosas entre tú y Pedro?


–Bien. Me ha salvado la vida, así que tendré que perdonarlo por haberme espiado.


–Deberías hacerlo –corroboró Tamara.


Paula recordó el momento en el que Pedro la había subido al árbol.


–¿Crees que…?


–¿Qué?


–¿Crees que lo habría hecho por cualquiera? Podría haber muerto. Le faltó muy poco.


Estando en sus brazos, Paula se había dado cuenta de lo mucho que lo echaba de menos. Muy pronto, cuando se hubiera celebrado la boda, Pedro seguiría su camino y se convertiría en el héroe de otra mujer. A Paula la entristecía enormemente pensar en ello.


–Tú lo conoces mejor que yo –respondió Tamara suavemente.


–Creo que sí lo habría hecho. Habría arriesgado su vida para salvar a cualquiera. Él es así.


Tamara le puso una mano en el hombro sano.


–Estás bajo los efectos de los analgésicos. Mañana te parecerá todo más sencillo.


Paula sonrió.


–No lo había pensado.


–Y además acaban de salvarte la vida. Seguramente tienes las hormonas revolucionadas por un sentimiento de gratitud.


–¿Eso existe?


–Seguro que a los bomberos y policías no les falta sexo… o al menos, proposiciones. Aunque supongo que están moralmente obligados a rechazarlas.


Paula estuvo de acuerdo con ella. Después de la riada se habría ido a la cama con Pedro sin dudarlo.


Sus miradas se encontraron y él le sonrió con dulzura. A Paula se le encogió el pecho de emoción y de nuevo se sintió transportada al pasado, cuando los dos estaban felizmente enamorados y comprometidos.


Pedro le dijo algo a Cesar y fue hacia ella.


–¿Quieres que me marche? –le preguntó Tamara, pero Paula la agarró de la mano.


–Quédate.


Pedro miró a Paula.


–¿Qué tal?


–Atiborrada de analgésicos.


–Entonces quizá sea un buen momento para pedirte un favor…


Los nervios le sacudieron el estómago.


–Depende…


–No pongas esa cara. No te dolerá.


–Pero seguro que tampoco me gusta.


–Es posible… Quiero que me dejes ayudarte con Noah.


–No.


–¿Vas a verlo otra vez antes de regresar a Los Ángeles?


–Esa es mi intención.


Pedro se sentó en el brazo del sofá.


–Quiero que tengas éxito, Pau.


–Voy a tenerlo –era la presidenta ejecutiva de Chaves Media. Podía tomar todas las decisiones unilaterales que quisiera.


–Puedo ayudarte.


–No creo que sea el momento para discutir –intervino Tamara–. Paula necesita descansar.


–Tienes razón –dijo ella–. Debería irme a la cama.


No quería discutir con Pedro, pero tampoco quería ceder ante él. Aunque, por mucho que odiara admitirlo, en aquellos momentos le parecía una buena idea contar con un poco de ayuda. Y esa forma de pensar era bastante peligrosa…



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