jueves, 7 de enero de 2016

MISTERIO: CAPITULO 15




El lunes era mi primer día de trabajo en el hospital, al llegar me dirigí hacia la oficina de recursos humanos. Estaba nerviosa, las manos me sudaban un poco.


«Tranquila Paula, todo va a salir bien», me animé mentalmente y entré en la oficina.


—Buenos días —saludé.


—Buenos días, ¿cómo puedo ayudarla? —Respondió una chica pelirroja.


—Soy Paula Chaves, me están esperando —dije con calma.


—Siéntese por favor, en un momento la atienden.


La salita de espera era pequeña, solo estaba ocupada por el escritorio de la pelirroja y unas cuatro sillas apoyadas a la pared. Había un hombre esperando, que no apartaba la vista de la pantalla de su móvil. Me senté tratando de relajarme, mis manos sudorosas me delataran en cuanto salude a la persona que me iba a atender.


Abrí el bolso en busca de una servilleta para secarme las manos, puse el móvil en silencio y tomé una bocanada de aire.


Justo en el momento en que expulso el aire retenido, aparece Linda Sullivan, la amiga de mi padre, la misma chica que había estado con Pedro en Dallas. Salió de la oficina principal.


¿Cómo era posible? «Realmente este mundo era un puto pañuelo. Esa mujer tiene algo que no me gusta, pero todavía no sé qué es».


—¡Doctora Paula Chavess!, es un placer verla otra vez, pase adelante —me levanté y le estreché la mano.


—Gracias —la seguí y entramos a un pequeño despacho.


—Siéntese doctora Chaves, ¿le ofrezco algo de beber?


—No gracias, estoy bien por ahora —Linda rodeó el escritorio hasta llegar a su silla.


—Necesito que me firme unos documentos, luego le haré entrega de las credenciales que debe portar en todo momento y la acompaño a su departamento —abrió una de las gavetas y sacó un sobre de manila—Si voy muy rápido me avisa doctora.


—No te preocupes Linda, te sigo perfectamente.


Treinta minutos más tarde y luego de saturar mi cerebro con una cantidad de información sobre políticas del hospital que ya conocía gracias a mis pasantías en el área de consultas, nos dirigimos al departamento de emergencia de niños. 


Linda caminaba tan rápido que no era fácil llevarle el paso.


—¿Tiene alguna pregunta para mí doctora Chaves? —me miró por el rabillo del ojo sin aminorar detenerse.


—Hasta ahora esta todo claro. —Y era cierto lo que estaba era ansiosa por trabajar.


Linda usó su credencial para abrir las puertas del departamento. El espacio era inmenso, un circulo completo, con el cuartel de las enfermeras en el centro, y alrededor estaban ubicados los cubículos de los pacientes con su respectiva camilla, sillas e instrumentos necesarios.


—Doctora, le voy a presentar al doctor jefe y encargado. Él será su superior inmediato, la persona a la que usted deberá rendirle cuentas —después de decir aquello se acercó a una enfermera para hacerle una pregunta. Aproveché la ocasión para darle un vistazo al recinto—El doctor está ocupado en estos momentos —me afirmó Linda acercándose a mí de nuevo—Bueno doctora, hagamos otra cosa, la voy a llevar a que se cambie y deje sus pertenencias. Así se familiariza con el hospital mientras esperamos a que se desocupe —asentí y la seguí.


Caminamos por un amplio pasillo y entramos en uno de los cuartos. Era grande y poseía una luz tan blanca que casi era enceguecedora. Parpadeé un par de veces, hasta que me adapté a la intensa claridad. De un lado del salón estaban los casilleros, al final se encontraban los uniformes azules y verdes en una estantería, ordenados por talla. Busqué uno hasta dar con la mía.


Linda me explicó el funcionamiento de los compartimientos para dejar el bolso y la ropa, luego me hizo entrega de un candado de combinación.


—Bueno, doctora, la dejo para que se cambie. Después preséntese en la sala de emergencias. Allá le dirán lo siguiente que debe hacer —sonrió satisfecha, mis nervios habían desaparecido, me sentía más tranquila.


—Gracias una vez más, Linda. —Ella se despidió con la mano desde la puerta y me deja sola.


Con calma me cambié y guardé mis pertenencias, total, el jefe estaba ocupado. Además estoy desesperada por un café, sería mejor buscarlo antes de conocerlo, también quería darle una vuelta a papá y que me viera con el uniforme azul. Me hago una cola alta y camino hasta la cafetería.


Con dos cafés en las manos, entré en el elevador y pulsé el botón del cuarto piso. Una pareja acompañados por una niña de seis años aproximadamente, me acompañaron, la niña me observaba con timidez. Le guiñé un ojo haciéndola sonreír. Al abrirse las puertas esperé a que salieran primero.


Me dirigí al consultorio de papá. Conocía el camino como la palma de mi mano. Tenía una sonrisa permanente en el rostro. Entré a la pequeña recepción y vi que había dos pacientes esperando.


«Ojalá pueda atenderme rápido, no me podía quedar mucho o me metería en problemas en mi primer día de trabajo».


Enseguida me dirigí a la secretaria.


—Buenos días, Mirian, ¿estará el doctor Chaves desocupado? —Ella guiñó un ojo y lo llamó por el teléfono interno.


—Puede pasar, pero sólo cinco minutos, tiene pacientes esperando. —Le sonreí en agradecimiento y me encaminé a la puerta.


—Gracias —le dije antes de desaparecer.


—¡Paula!


—Te traje café, no me puedo quedar mucho tiempo, todavía no me he entrevistado con el doctor jefe de departamento, está ocupado. —Me observó y soltó una carcajada de repentina.


—Será mejor que te vallas, no vaya a ser que te metas en problemas. Dicen que es un cascarrabias. En lo que termine aquí paso por la emergencia. —Recibió la bebida y me besó en la mejilla—Y gracias por el café, lo necesitaba.


—¿Cascarrabias?, ¿por qué no me conseguiste trabajo aquí contigo? —Aun sonriendo me animó a salir.


—Anda, Paula, no te quejes. —«Tenía razón, me había vuelto una quejona», me despedí rápido y salí del consultorio.


Terminé el café de camino a la sala de emergencias. Tiré el vaso plástico en el bote de la basura y usé la credencial para abrir la puerta doble. Repetí el mismo procedimiento en el área de enfermería.


—Hola, ¿él jefe del departamento ya se desocupó? —Pregunté a la enfermera encargada.


Ella asintió y me señaló con la mano la tercera puerta del área de habitaciones, donde estaba ubicada su oficina. Me dirigí con paso ligero, toqué despacio y esperé.


—¡Adelante! —Esa voz gruesa y fuerte me causó un estremecimiento, pero estaba tan preocupada por no causar una mala imagen que entré mirando al piso para no tropezarme.


—Buenos días, soy la doctora Chaves… —Quedé muda al subir la mirada y tropezar con los únicos ojos azules capaces de acelerar los latidos de mi corazón.


—Doctora Paula Chaves, estamos comenzando mal… ha llegado tarde en su primer día.





2 comentarios:

  1. Ayyyyyyyyyyyy, me muerooooooooo, es Pedro el jefe jajajajajaja.

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  2. Muy buenos capítulos!!! es Pedro su jefe!!!! aunque esa Linda me da mala espina...

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