martes, 19 de enero de 2016

DESTINO: CAPITULO 32



Pedro se apoyó en un codo y admiró a la mujer que estaba tumbada a su lado. Estaba preciosa. Su piel era suave como el marfil; sus labios, terriblemente tentadores y sus senos, una provocación permanente. La deseaba tanto que casi le dolía.


–¿Te he dicho ya que te amo, Pau?


–Creo que sí…


–Entonces, ¿te casarás conmigo?


Paula sonrió de oreja a oreja.


–Sí, Pedro. Me casaré contigo.


–Ya era hora –dijo con humor–. Me empezaba a quedar sin argumentos…


–¿Tú? ¿Sin argumentos? Lo dudo mucho.


–Pues dúdalo tanto como quieras, pero ahora tenemos un problema –dijo–. Los chicos.


–Oh, Dios mío, no me digas que han llegado…


–No, pero llegarán en cualquier momento y es mejor que no nos encuentren en la cama.


Paula se levantó y se empezó a vestir.


–Bien pensado –dijo–. Me voy a dar una ducha.


Pedro la tomó de la mano.


–No antes de darme un beso…


Paula se dio la vuelta y le concedió su deseo.


–Anda, vete ya –continuó él–. Te veré en la cocina.


Quince minutos más tarde, estaban sentados a la mesa y a punto de empezar a comer. Entonces, oyeron el motor de la camioneta.


–Será mejor que comamos algo –dijo Pedro–. Se han tomado muchas molestias.


–¿Me estás diciendo que han preparado la cena?


–Exactamente. Se han cansado de esperar a que solventáramos nuestro problema y han tomado cartas en el asunto.


–Oh, no. Ahora tendremos que hablar con ellos y decirles que su plan ha salido bien.


Pedro la miró con humor.


–No. No hace falta que les digamos nada.


Al cabo de unos momentos, Tamara asomó la cabeza por la puerta y dijo:
–No os preocupéis por nosotros. Entraremos por la puerta principal.


–Entrad por donde queráis –dijo Paula–. La casa también es vuestra.


Tamara hizo caso omiso y preguntó a Pedro:
–¿Os gusta la cena?


–Sí, está muy buena. Pero ¿por qué no preguntas lo que te interesa de verdad?


Tamara sonrió.


–¿Ha funcionado?


–Depende de lo que entiendas por eso. Le he pedido a Paula que se case conmigo.


La puerta se abrió de golpe, y aparecieron el resto de los chicos.


–¿Y qué ha pasado? –preguntó Joaquin.


–Que he aceptado su ofrecimiento –contestó Paula.


–¡Bien! –exclamó Tamara.


–¡Fantástico!


–¿Vamos a ser una familia de verdad? –preguntó David.


–En efecto –dijo Pedro.


–Pues esto hay que celebrarlo… –dijo Joaquin.


–Excelente idea –comentó Pedro.


–Por cierto, ¿qué habéis estado haciendo hasta ahora? Apenas habéis tocado la comida –continuó el adolescente–. Y llevamos horas lejos de casa.


–¡Joaquin! –exclamó Tamara–. ¿Cómo se te ocurre preguntar eso?


Joaquin se ruborizó y dijo:
–Bueno, al menos ha salido bien…


–Sí, ha salido bien –declaró Pedro–. Mejor de lo que habría imaginado.





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