martes, 26 de enero de 2016

A TRES PASOS: CAPITULO 5




Salió de la ducha y se envolvió con una enorme toalla rosa. 


Después de secarse, salió desnuda del baño y gritó cuando vio a Pedro mirando detrás de la puerta. Él se volvió sorprendido y sonrió al verla desnuda. 


Paula volvió a gritar y entró en el baño-¿Qué haces aquí?


-Buscando un ratón- respondió divertido.- Llamé al tipo que me los dio y al parecer había cinco.


Cogió la toalla y se la puso alrededor saliendo del baño fuera de sí, enfrentándose a él.- ¿Y te falta alguno?


-Oh, sólo uno- la comía con la mirada y ella entrecerró los ojos.


-¿Estás seguro?


-He encontrado tres y ayer le di uno para cenar.


Paula gimió mirando a su alrededor. –Estupendo.- después pensó en ello- ¿No se lo habrá comido la serpiente?


Pedro se encogió de hombros acercándose y mirándola fijamente.- ¿No esperarás que le haga la autopsia?


Paula puso cara de asco y después lo miró con odio- ¡Esto es culpa tuya! ¡Desde que he llegado me has amargado la vida!


-Paula…


Sus ojos se llenaron de lágrimas- Ahora ya no podré vivir tranquila.- pateó el suelo furiosa- Te odio.


-Estás cansada y te has asustado, pero no te pases.-dijo cogiéndola por el brazo –No es culpa mía que al salir la serpiente, tirara la caja de los ratones.


-¡Es culpa tuya que la serpiente estuviera allí!


-¡Tengo una sesión hoy y la necesitaba!- le gritó furioso- Sino fueras tan histérica…


-¿Histérica yo?-intentó soltar el brazo pero Pedro no la soltaba.- ¡Sal de mi casa!


-Escúchame.


Paula puso una mano en su pecho tirando de su brazo, provocando que su toalla cayera al suelo. Pedro miró hacia abajo y llevó una mano hasta su cintura cortándole el aliento. 


–Sí- susurró él pegándola a su cuerpo.


Paula jadeó al sentir su dura excitación a través de sus vaqueros.- ¿Qué haces?


-Relajarte- dijo antes de besarla robándole el aliento. Al sentir sus labios sobre los suyos, Paula perdió totalmente el norte y rodeó su cuello con sus brazos, respondiendo a sus besos de manera desesperada. Pedro llevó sus manos a su trasero elevándola y Paula levantó sus piernas enlazándolas en su cintura sin dejar de besarle. No era consciente de lo que hacía, sólo podía pensar en que besaba tan bien que no lo podía dejar, necesitando más a cada segundo que pasaba. Sintió la pared en su espalda y gimió al sentir su frialdad. Pedro dejó de besarla y la miró a los ojos- Nena…no tengo preservativo.


Esa frase fue como un jarro de agua fría, que la hizo volver a la realidad y dijo casi sin voz.- Suéltame, Pedro.


-Paula…


-¡Déjame en el suelo!


Él suspiro y la soltó lentamente sin dejar de mirar sus ojos azules- Es increíble que hagas esto- dijo visiblemente enfadado- Tiene un nombre bastante desagradable.


-Sólo tú podrías decir algo así.- respondió totalmente avergonzada.


-Preciosa, te aseguro que no sería el único.- dijo viéndola alejarse y coger la toalla del suelo.


-Vete de mi casa.- no podía ni mirarle


-Con mucho gusto. Aunque no sé porque me cabreo, cuando las tengo mucho más hermosas que tú sin salir de mi casa.- fue hacia la puerta sin darse cuenta del daño que había hecho a Paula con sus palabras, que palideció al escucharle. 


Reteniendo las lágrimas, se sobresaltó al escuchar el portazo al salir de su casa y lo volvió a escuchar al entrar en la suya. Dos minutos después escuchó la música a todo volumen y Paula suspiró pasándose una mano temblorosa por la frente, apartándose los mechones húmedos.



****


Después de ponerse una bata corta de seda rosa, fue hasta la cocina negándose a llorar por lo que le había dicho. Era un imbécil y la había pillado con la guardia baja. Eso no volvería a pasar. Nunca. El tema del preservativo había sido lo que la había salvado de cometer una locura. No podía acostarse con un hombre como él. Era totalmente opuesto a ella. Siempre se había llevado bien con todo el mundo, incluso con sus compañeros más competitivos. Había comprado ese piso con toda la ilusión del mundo, pero Pedro era imposible. Era grosero, egoísta y un salido. 


Nunca podría tener una relación con él, se dijo haciéndose un sándwich. Aunque besara mejor que ninguno de sus novios anteriores. Además él tampoco quería una relación, sólo quería sexo y ella nunca había tenido sexo por sexo. 


Siempre había querido a la persona con la que había compartido su cama. Tampoco habían sido tantos, sólo dos, pero les había querido.


Decidida cogió su sándwich y se sentó en la mesa de la cocina que era el único mueble de la casa que había colocado. De repente la música cambió y se escuchó heavy metal.- Genial. Vas a dormir mucho con tapones en los oídos, Paula.


Al terminar de comer se tumbó sobre el sofá después de quitar el plástico que lo cubría y se puso los tapones. Durmió inquieta y cuando se despertó se dio cuenta que era de tarde por el tono de la luz que entraba por la ventana. Después de mirar la hora, suspiró porque sólo le quedaban tres horas antes de su última noche en urgencias. Sonrió al recordar que era su última noche arreglando huesos y cosiendo heridas. A partir del día siguiente sería libre.


Contenta se vistió con una camiseta vieja y se puso a pintar. 


De pronto tenía muchas energías y lo hizo mientras tarareaba la canción de Bon Jovi que se oía al otro lado. 


Estaba en lo alto de la escalera intentando que la esquina con el techo no quedara hecha un desastre, cuando vio que algo cruzaba el suelo bajo la escalera a toda velocidad y gritó sin recordar donde estaba subida, dando un paso atrás del susto, cayendo de espaldas sobre el suelo y golpeándose el codo contra el canto de la mesa del comedor al caer. Se quedó sin aliento por el golpe y gimió mirando el techo que tenía en el borde con la pared un manchón gris perla.


-¿Paula?- la puerta se abrió de golpe y Leticia entró en el piso. Al verla tirada en el suelo, se acercó a toda prisa arrodillándose a su lado- ¿Estás bien?


Intentó incorporarse asintiendo- Joder, que golpe.


-Se ha oído desde la casa de mi tío. ¿Has caído a plomo?-la chica la miraba preocupada- Espera, que llamo a una ambulancia.


Se veía capaz de levantarse y Paula negó con la cabeza- Estoy bien- dijo sentándose en su dolorido trasero.


-No creo que debieras hacer eso.


-Soy médico ¿recuerdas?- preguntó divertida moviendo los brazos. El codo izquierdo le dolía y giró el brazo mirándolo. Lo podía doblar, así que no era algo importante, aunque le saldría un buen morado.


-¿Te ayudo a levantarte?


-Sí, por favor.


La cogió por el brazo y la ayudó a ponerse de pie. También le dolía el muslo e hizo una mueca al ver que había caído sobre el alargador del rodillo.- ¿Puedes andar?


Sonrió para que no se preocupara- Estoy bien.


-Esas caídas son muy peligrosas.


-Sí, las veo todos los días. Pero no ha pasado nada.


Leticia parecía no creerla y Paula recordó lo que la había sobresaltado.


¿Serían imaginaciones suyas? No, aquello era un ratón.


-Leticia ¿me haces un favor?


-Claro.


-¿Puedes ir a decirle al idiota de tu tío que su ratón perdido está bajo el mueble de la televisión?


Leticia hizo una mueca.-Vale- respondió viéndola ir hacia la habitación cojeando por el entumecimiento del golpe.


Pedro llegó dos minutos después y entró en su habitación sin pedir permiso.- ¿Estás bien?


Ella que estaba abrochándose unos pantalones cortos blancos asintió sin mirarlo.- ¿Puedes llevarte esa cosa, por favor?


-Paula, ¿estás bien?


-¡Te he dicho que sí!- le fulminó con la mirada- ¿Ahora puedes hacer lo que te digo o tengo que llamar a un exterminador?


Pedro apretó los labios y salió de la habitación furioso mientras Leticia los observaba preocupada. – ¿Necesitas algo?


Paula forzó una sonrisa y negó con la cabeza- Tengo que irme a trabajar.


-¿Quieres que te limpie las brochas?


-No tienes que hacerlo, de verdad.


-No es molestia- respondió la chica sonriendo.- Lo hago encantada. Lo hice ayer cuando volví de la cena porque no te diste cuenta.


Era cierto que no se había dado cuenta y sonrió agradeciéndoselo.


-¡Ya está!- gritó Pedro desde el salón.-Asunto arreglado.


Salieron hasta el salón y vio que lo tenía en la mano. El bicho sujetado por el rabo se movía de un lado a otro y Paula se cubrió los ojos- ¡Sácalo de aquí!


Leticia se echó a reír divertida- Es sólo un ratoncito.


-¡Sácalo de aquí!


-Ya voy.- dijo Pedro con voz cansada. Parecía harto del tema y no le extrañaba. Se estaba comportando como una loca.


Escuchó los pasos de Pedro saliendo del piso y abrió los dedos mirando hacia la salida. Suspiró apoyándose en el marco de la puerta.- Por fin.


Leticia estaba cerrando el bote de la pintura y se incorporó con los pinceles y el rodillo en la mano.-Sino te das prisa no vas a llegar a tiempo. Por cierto ¿qué tal tu cita de ayer?


-Espero que en este momento esté con mi mejor amiga.- dijo cogiendo su bolso para revisar su contenido.-Bien, preparada para el último día. -la chica la miró sin comprender- Es el último día que trabajo en urgencias.


-¿Ahora sólo te dedicarás a psiquiatría?


-Sí- sonrió radiante- Por fin.


Leticia sonrió- ¿Y no te dan miedo esos locos?


-No son locos, son enfermos mentales.


-Eso.


-No, no me dan miedo. Si no me da miedo tu tío, no me da miedo un esquizofrénico.


-Muy graciosa.


Miraron a la puerta y allí estaba Pedro mirándola con los ojos entrecerrados mientras se reían. Se colocó las asas del bolso sobre el hombro y fue hacia la puerta. –Me piro. Leticia, gracias.


-Estás cojeando- dijo Pedro mirándole las piernas.-¿Esos pantalones no son demasiado cortos?


-¿Esas dos frases tienen alguna relación?- pasó ante él y fue hasta el ascensor.


-No demasiada, aparte de tus piernas.


-No quiero discutir, Pedro. Me voy al trabajo.-dijo sin mirarle y dándole al botón.


Se abrieron las puertas y vio que dentro estaba su hermano Santiago. Gritó dejando caer su bolso al suelo y se tiró sobre él mientras su hermano se reía a carcajadas. Se abrazó con fuerza a su cuello y le cubrió de besos mientras salía del ascensor llevándosela encima.- ¿Qué haces aquí?


-Tengo un permiso y he venido a celebrar que has terminado.


Se miraron a los ojos que eran exactamente iguales- ¿Todo bien?


Su hermano la dejó en el suelo sonriendo y le acarició la mejilla- Claro pequeña, no pueden conmigo.


Un carraspeo tras ellos hizo que Paula se volviera. 


Pedro los miraba con los ojos entrecerrados, mientras que Leticia con la boca abierta se comía con los ojos a su hermano. Sonrió pues Santiago había hecho otra conquista- Es mi hermano Santiago.- dijo abrazando su fuerte brazo con cariño- Es marine.


Pedro asintió y alargó la mano- Pedro Alfonso.


-¿Alfonso?- Santiago perdió la sonrisa asombrado- ¿El corresponsal?


-Eso fue hace mucho tiempo.


-Puede, pero en el cuerpo no lo olvidan. –se dieron la mano firmemente.


-Gracias.


-¿De qué habláis?- preguntaron Leticia y Paula a la vez.


-De nada- Pedro advirtió con la mirada a Santiago y su hermano asintió antes de mirarla para volver a sonreír- Que bueno es verte- la cogió por los hombros y la besó en la frente.-Te he echado de menos, pesada.


Paula gimió abrazándole por la cintura- Te quiero.- levantó la vista y vio que se había olvidado de presentar a Leticia.-Y ella es mi maravillosa vecina temporal, Leticia.


La chica sonrió sonrojándose- Hola.- todavía tenía las brochas en la mano y Santiago arqueó una ceja.


-¿Estás pintando?


-Tengo que pintar el piso.- se alejó de su hermano a regañadientes- Que rabia. Tengo que irme.


-Te espero en casa.


-Podemos cenar juntos- dijo Pedro afable sorprendiéndola.


-Oh sí, estupendo. Me muero por una cerveza.


-Eso está hecho.


-Pasarlo bien- dijo ella yendo hacia el ascensor.


Su hermano la miró a los ojos y sonrió.-Hasta mañana.







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