martes, 22 de diciembre de 2015

UN TRATO CON MI ENEMIGO :CAPITULO 12





–Es increíble, Eric –dijo Paula con el rostro iluminado mientras admiraba el marco bañado en plata que le habían colocado al cuadro al que en su cabeza siempre se refería como Muerte de una rosa y que simbolizaba la muerte de cualquier tipo: del amor, de la esperanza, de los sueños.


Paula había pasado gran parte de su tiempo libre en Arcángel durante los últimos cuatro días, segura ante el hecho de que Pedro seguía en Roma. Lo mejor de cada día habían sido las horas que había pasado en el sótano de la galería con Eric eligiendo los marcos que, según su criterio, mejor harían destacar los diez cuadros que expondría. Y esa noche no era una excepción.


Por lo que sabía, Pedro había pasado esos mismos cuatro días y noches en Roma, sin duda alimentado todos sus «placeres».


Ella se había mantenido ocupada a la vez que se había decidido a no pensar ni en él, ni en la noche que habían pasado juntos, ¡ni en cómo ahora estaría disfrutando en Roma!


–¡Es perfecto! –dijo entusiasmada sin dejar de mirar el cuadro enmarcado.


Pedro tendrá la última palabra, por supuesto, pero creo que le gustará lo que hemos hecho por ahora. Y si no, no hay duda de que lo cambiará –añadió con pesar.


La sonrisa de Paula se desvaneció ante la mención de Pedro.


–¿Eso hará?


–Tiene muy buen ojo para esto.


–¿Mejor que el tuyo?


–Mucho mejor –le confirmó Eric sin ningún atisbo de rencor–. Todos los hermanos Alfonso lo tienen. Son la razón por la que quería trabajar para las Galerías Arcángel.


Eric descolgó el cuadro de donde lo habían colocado para apreciar mejor el efecto del marco.


–¿Te apetece ir a tomar algo cuando terminemos aquí?


–Eh…


–Creo que acabarás dándote cuenta de que Paula no mezcla el trabajo con el placer.


El corazón se le paró ante el áspero sonido de la voz de Pedro tras ella. Se dio la vuelta rápidamente y se lo encontró en la puerta y…


Y mucho más atractivo de lo que había estado la última vez que lo había visto, si es que eso era posible, con su traje de diseño marrón oscuro, su camisa color crema y una corbata de seda, el pelo con un peinado desenfadado y el rostro bronceado con un tono dorado más intenso que hacía destacar el color de sus cálidos ojos chocolate.


Pero esa noche su mirada no era cálida. Era fría. Como un escalofrío gélido.


Un escalofrío que la recorrió según la frialdad de esa mirada iba recorriéndola de pies a cabeza. Él arrugó la boca en un gesto de desdén al ver su camiseta negra de manga corta, unos vaqueros de cadera baja y un rostro limpio de maquillaje. Comparada con la elegancia de Pedro, parecía la estudiante arruinada que había sido una vez… y que tal vez aún era.






2 comentarios:

  1. Me tiene totalmente atrapada esta historia x favor, me encanta jaja

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  2. Ay! sufro cada vez que le dice que le hable y no le dice quién es!!!! :( Muy buenos capítulos!

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