miércoles, 22 de julio de 2015

VOTOS DE AMOR: CAPITULO 23




La secuencia de hechos le resultaba familiar. El sonido de voces gritando en lo alto de la torre. Miró hacia arriba y vio a su padre y a su madrastra. Lorena cayó gritando.


Después, sus gritos cesaron. Había mucha sangre. Se manchó las manos cuando se arrodilló a su lado y le dio la vuelta. Entonces, vio que no era Lorena, sino Paula, la que yacía sin vida en el suelo. Y de pronto se halló en el balcón de la torre tendiendo las manos hacia Paula.


Las tenía manchadas de sangre.


–¡No! ¡No!


Pedro se incorporó bruscamente en la cama jadeando. Se pasó una mano temblorosa por la frente y volvió la cabeza lentamente, casi asustado de lo que vería en la almohada.


Las primeras luces del alba se filtraban por las cortinas medio descorridas y jugaban con el cabello de Paula. Su rostro estaba sereno. No había sangre en él.


Había sido un sueño.


Se levantó con cuidado para no despertarla y se acercó a la ventana. El dormitorio daba al patio. Hacía mucho tiempo que las manchas de sangre bajo la torre habían desaparecido, pero no las imágenes de su cerebro.


La pesadilla, como todas las pesadillas, era una advertencia. ¿Y si se parecía a su padre? ¿Y si había heredado los monstruosos celos que lo habían convertido en un asesino?


Volvió a mirar a Paula, que dormía tranquilamente, sin saber el peligro que corría. Pero él sí lo sabía. Lo supo desde la noche en que se hicieron amantes.


Se quedó junto a la ventana durante mucho tiempo, perdido en pensamientos funestos. Paula se removió en el lecho, pero siguió durmiendo. No era de extrañar que estuviera cansada, ya que se habían pasado toda la noche haciendo el amor.


El sonido de un coche que entraba en el patio lo devolvió a la realidad. Su tío llegaba pronto a la cita. Volvió a mirar a Paula antes de salir. Su determinación aumentó.


Había llegado el momento de tomar las riendas de su futuro.






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