martes, 7 de julio de 2015

UNA MUJER DIFERENTE: CAPITULO 4





Pedro aún se reía para sus adentros mientras marchaba por el pasillo en dirección a su despacho. Jamás había visto a Paula tan agitada. Y todo por un sujetador. ¿Es que creía que nunca había visto uno?


Sin embargo, se olvidó del recato de Paula en cuanto entró en el despacho para descubrir que el presidente de la firma lo esperaba. Kane Haley estaba sentado en el borde del escritorio de Pedro, con los hombros anchos encorvados mientras miraba ceñudo un papel que sostenía en la mano.


Pedro se quitó el abrigo y lo colgó detrás de la puerta, luego fue a saludar al otro hombre.


—Kane... ¿hace mucho que esperas? ¿No recibiste mi mensaje?


—Por eso te esperaba —respondió su jefe, incorporándose—. ¿Cómo está Paula?


—¿Paula? —se encogió de hombros, un poco sorprendido por la pregunta—. Enferma, como te dije.


Kane bajó la vista otra vez al papel y Pedro comprendió que lo que sostenía en la mano era el mensaje que él le había dejado.


—Aquí pones —indicó Kane—, que le dolía el estómago.


—Sí —se preguntó si creería que Paula había mentido para irse temprano a casa—. No fingía, si eso es lo que crees.


—No —soltó el trozo de papel sobre la mesa. Se dirigió hacia la ventana, esquivando la papelera que aún seguía en el centro de la estancia, y guardó silencio largo rato. Luego respiró hondo y se volvió para mirar a Pedro a los ojos—. Lo que creo —añadió despacio—, es que Paula podría estar embarazada.


EMBARAZADA? —lo miró incrédulo. ¿Paula? ¿Paula... embarazada?—. ¿De dónde has sacado semejante idea?


—En tu nota decías que le dolía el estómago.


—Sí, y...


—¿Ha estado muy cansada? ¿Fatigada por las mañanas? ¿Con cambios en su estado de ánimo?


Pedro reflexionó y sintió un nudo en el pecho. Últimamente la había visto más seria y distraída. Incluso lánguida en ocasiones.


—Sí, pero lo más probable es que haya pillado la gripe.


—¿Parecía tener algún otro síntoma de gripe? —Kane frunció el ceño—. ¿Dolor de cabeza? ¿Fiebre?


Pedro recordó lo frías que había tenido las manos y la palidez de sus mejillas... antes de ruborizarse furiosamente, desde luego. Al pensar en ello, no había dado la impresión de mostrar más síntomas. ¿Podría estar...?


Ridículo. ¿En qué diablos pensaba?


—Bajo ningún concepto eso significa que esté embarazada —exasperado consigo mismo al igual que con Kane por considerar esa idea, soltó una risa fugaz—. Paula ni siquiera está saliendo con alguien. ¿Quién se supone que es el padre de ese supuesto niño?


—Yo.






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