lunes, 11 de mayo de 2015

EXOTICA COMPAÑIA: CAPITULO 15





Paula se puso de costado en el sofá e hizo una mueca de dolor. El tobillo iba a representar un inconveniente serio.


Y hablando de inconvenientes, el beso la había golpeado con la fuerza de una bomba nuclear. Se dijo que no tenía tiempo para entregarse a una relación seria o llegar a conocer a un hombre. El despacho de contabilidad era caótico varios meses al año. Y en el rancho siempre había tareas y reparaciones que necesitaban su atención. ¿De dónde podría sacar tiempo para un hombre?


«Muy bien, Chaves, responde esta pregunta. A pesar de todas tus excusas, ¿cómo vas a soslayar los efectos de ese beso espontáneo? ¿Eh? Pedro Alfonso puede tener un temperamento explosivo, ser terco y vehemente, pero te derritió los sesos con ese beso. ¿Lo quieres negar? Y también intenta convencerte de que no has averiguado
más de Pedro Alfonso en una semana que de ese taimado jugador de béisbol en seis meses».


—De acuerdo, Pepe no se parece en nada a Raul —reconoció para sí misma—. Sí, es terriblemente atractivo, pero también posee personalidad.


Aunque podía ser un diablo, reconoció que era honesto, sincero y trabajador; asimismo, se había enfrentado a la humillación y al rechazo y había sobrevivido a que le rompieran el corazón. También era de fiar. Había ido a alimentar a unos animales a los que quería ver a kilómetros de distancia. Estaba dispuesto a realizar las tareas que Paula era incapaz de hacer físicamente. Eso indicaba algo sobre su personalidad y carácter, algo que ella admiraba mucho.


Sin embargo, una voz en su interior le advertía que tuviera cautela. Aún existía la posibilidad de que quisiera conquistarla para convencerla de trasladar su refugio. 


Sospechaba que en ese momento lo dominaba la culpabilidad.


Después de unos minutos de concentrada deliberación, decidió darle el beneficio de la duda. No se mostraría hostil adrede para protegerse a sí misma. Dejaría que conociera un poco a la verdadera Paula Chaves.


Sí, podía hacerlo. Además, le gustaba cómo la cuidaba. 


Hacía mucho tiempo, si lo había habido alguna vez, que no se sentía protegida y atendida. Aunque pudiera resultarle incómodo y antinatural, dejaría que Pedro la ayudara en sus momentos de necesidad.


Se arrebujó bajo la manta y cerró los ojos para descansar un poco. Pedro se ocupaba de las cosas. Podía relajarse unos minutos.





No hay comentarios.:

Publicar un comentario