miércoles, 27 de mayo de 2015

ANTE LAS CAMARAS: CAPITULO 33




Aquella noche, Elena estaba majestuosa, aunque algo nerviosa.


—Pensé que debíamos celebrar esta reunión. Así todos podréis manifestar lo que sentís. Es mi deseo mantener unida a la familia. Ninguno de vosotros me ha llamado para hablar del asunto. Hablé con Paula y Katie el otro día. Pero mis propios hijos no me han dirigido una palabra.


Estaban congregados en uno de los salones de la mansión. 


Ninguno de ellos parecía muy feliz.Paula se sentía como si no debiera estar allí. Baltazar estaba sentado con la cabeza agachada y las manos entre las piernas. Parecía como si estuviera conteniendo cada uno de sus pensamientos.


—Resulta difícil para nosotros tratar este asunto, mamá —dijo Patricia—. Tienes que comprender que todos pensábamos que sabíamos quién eras. Y ahora tenemos que replanteárnoslo todo.


—Todos sabíais que estaba enamorada de Rex cuando era joven. Habíais oído la historia. Estábamos comprometidos, no nos pusimos de acuerdo sobre la fecha de la boda y reñimos, eso fue todo. Yo era joven y estúpida, y tenía a Devon tratando de... de llamar mi atención desde hacía mucho tiempo. Cenamos una noche, bebimos un poco de vino, y me entregué a él, pensando que había perdido a Rex.


Baltazar se puso aún más tenso al oír esas palabras y se volvió finalmente hacia su madre.


—Todos sabemos lo que sucedió después —dijo él, con una voz plana, desprovista de toda emoción—. Te quedaste embarazada. No podías ser una madre soltera en aquellos días, y por eso te casaste con nuestro padre.


—Así fue. Y traté de ser feliz con la vida que me había tocado vivir. Pero años después, Devon y yo comprendimos que se estaba abriendo un vacío entre nosotros. Sospeché que había estado teniendo una aventura.


Ahora todos sus hijos la miraron sorprendidos.


—¿Sospechaste? —preguntó con amargura Pamela—. ¿O sabías?


—Nunca llegué a tener una prueba definitiva, si es a eso a lo que te refieres. Sin embargo, una mujer sabe…


Pamela hizo un gesto de desdén con los ojos. Era evidente que ella tampoco había perdonado a su madre.


—He estado siempre de vuestro lado y no quiero que nada pueda cambiar las cosas.


Patricia se puso a su lado y le tomó la mano.


—Tú eres mi hermano, Camilo. Y siempre lo serás, te llames Chaves o Foley.


El nombre de Foley produjo un tenso silencio en la sala. Pasaron varios minutos sin que nadie se atreviese a romperlo.


Elena suspiró.


—No soy perfecta, como tampoco lo sois vosotros. Todos queremos que nuestras vidas discurran por senderos de paz y felicidad, aunque eso raras veces sucede. Pero sí puedo hablar con todos vosotros para tratar de esclarecer esta situación. Pensé que podría responder a vuestras preguntas, pero vosotros ni siquiera habéis querido hacérmelas. Así que dejo a vuestra voluntad que vengáis cada uno a hablar conmigo cuando lo creáis conveniente. Hasta entonces, sólo puedo deciros que os quiero mucho a todos. Siempre os he querido.


Miró a Baltazar y luego desvió la mirada.


—Creo que Baltazar y Pamela tienen algo que comunicaros acerca de los planes que tienen para la familia. Entiendo que no tengo por qué participar en esto. Me voy arriba por si alguien desea hablar conmigo después.


Elena salió de la sala. Se la veía frustrada y abatida. Paula esperaba que sus hijos pudieran llegar a verla como mujer, no sólo como madre, y poder brindarle así la comprensión que necesitaba.


Baltazar esperó hasta que se fue su madre.


—Baltazar —dijo Patrcia mirando fijamente a su hermano—. Creo que has estado muy duro con ella.


—Si tú quieres perdonarla, me parece bien, pero no me digas a mí lo que debo hacer.


—Piensa sólo en la vida que ha debido de llevar todos estos años con nuestro padre, sin estar enamorada de él —dijo Pamela—. ¿Cómo habrá podido soportarlo?


—Seguramente lo hizo por nosotros —dijo Teo.


Baltazar se puso de pie y avanzó unos pasos hacia el pie de la chimenea.


—Ya está bien, dejémoslo. Quiero informaros ahora de lo que Pamela y yo hemos estado planeando. Como ya os dije hace unos días, tras el estudio de la escritura de las minas, creemos que el diamante Santa Magdalena se encuentra en la mina del Águila en el rancho de Travis Foley. Pamela va a... inspeccionar la zona... para conseguir el trazado de la tierra... y luego… robarlo.


—¿Robarlo? —exclamó Paula en un impulso instintivo.


—Esas minas siguen siendo nuestras, Paula. Travis sólo tiene un contrato de arrendamiento de la tierra. Así que tenemos todo el derecho de buscar en esa mina. Simplemente no queremos que los Foley se enteren de lo que estamos haciendo.


—¿Así que vas a entrar de manera furtiva? —preguntó Patricia a su hermana gemela.


—Sí, eso es exactamente lo que voy a hacer. Y luego voy a encontrar ese diamante para poner de nuevo el nombre de los Chaves en el lugar que le corresponde.


A Paula el plan le parecía peligroso y arriesgado.


¿Y si pillaban a Pamela? ¿No empeoraría ello la ya de por sí deteriorada relación entre las dos familias? ¿Y el diamante? ¿Intentarían los Chaves romper el contrato de arrendamiento y echar a Travis de la propiedad?


—Paula, no te preocupes —le suplicó Pamela—, todo va a salir bien. Soy una mujer decidida y con mucha inventiva. Pronto tendremos el diamante y una buena campaña publicitaria en marcha.


Paula pensó que Pamela estaba pecando de ingenua. O tal vez sólo estaba influenciada por su hermano Baltazar, de igual modo que lo había estado ella por Miko.


Los hermanos empezaron a hablar entre ellos y Baltazar fue hacia ella.


—Sólo quería decirte que estás haciendo un gran trabajo. He recibido comentarios muy positivos de mis clientes y estamos teniendo una buena respuesta publicitaria en la prensa y la televisión.


—Me alegra que todo marche bien.


Baltazar miró de reojo a su familia y se acercó al oído de Paula.


—¿En qué spa estuviste con mi madre y con Katie?


—En el Yellow Rose Spa. Fue una verdadera fiesta entre mujeres.


—Ya. ¿Se lo pasó bien Katie?


—Creo que sí. Estuvo riéndose todo el rato y disfrutó mucho con los tratamientos y los masajes.


Baltazar se quedó callado. Luego se metió las manos en los bolsillos y la miró fijamente de nuevo.


—¿Preguntó Katie por mí?


Paula recordó lo que Katie le había dicho sobre Baltazar, y el tono de admiración que había empleado en su voz. ¿Estaría ella reconsiderando su relación con Teo? ¿Habría algo entre ella y Baltazar? Si era así, ¿qué sucedería entre los hermanos si Katie cortaba su relación con Teo e iniciaba una nueva con Baltazar? ¿Lo aceptaría Teo?


—Nuestras conversaciones fueron confidenciales —dijo Paula respondiendo a su pregunta—. No creo que deba divulgarlas. Pero Katie dijo que sabías escuchar a la gente —añadió.


Baltazar la miró como si acabase de encontrar otro lote de diamantes ámbar.


—Gracias por decírmelo —dijo con una sincera sonrisa—. Tengo entendido que te vas a Italia muy pronto. Llámame cuando llegues a casa y hablaremos de nuestros próximos planes.


Paula dirigió otra mirada a Pamela, Patricia y Teo, que parecían muy animados charlando.


—Lo haré —respondió ella—. ¿Crees que hay alguna razón para que me quede ahora con vosotros?


—¿Tienes algo que hacer esta noche?


Quería pasar el mayor tiempo posible con Pedro.


No les quedaban ya muchos días. Quizá podrían salir de paseo otra vez en el cochecito de golf, o algo parecido. Sólo quería estar con él.




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