miércoles, 11 de febrero de 2015

UNA NOCHE DIFERENTE: CAPITULO 1



La mirada de Paula Chaves se vio atraída hacia la mesilla. Al anillo que descansaba allí, a la luz de la lámpara. Alzó la mano izquierda y se miró el dedo donde lo había lucido apenas unas horas atrás.


Era extraño verlo desnudo, después de todo el tiempo que lo había llevado. Pero no le había parecido justo llevarlo ya. 


Recogió el anillo y lo sostuvo un momento en el aire antes de volverse para mirar al hombre que seguía dormido a su lado. Tenía un brazo echado por encima de la cabeza, los ojos cerrados. Los oscuros rizos le caían sobre el rostro. Era como un ángel. Un maravilloso ángel caído que le hubiera enseñado una serie de cosas deliciosamente pecaminosas.


No era el hombre que le había dado el anillo. No era el hombre con el que supuestamente se casaría al mes siguiente. Y eso significaba un problema.


Pero era tan guapo que le resultaba difícil pensar en él como en un problema. Pedro, con sus preciosos ojos azul oscuro y su tez de un moreno dorado. Pedro, a quien había conocido aquella misma tarde, hacía menos de veinticuatro horas, en los muelles.


Miró el reloj. Lo había conocido hacía ocho horas. Ocho horas era todo lo que había necesitado para sacudirse años de formal e impecable comportamiento. Para olvidarse de su anillo de compromiso.


¿En qué había estado pensando? Aquel comportamiento no había tenido nada que ver con el suyo habitual. Nada. Ella no era tan ingenua como para dejar que los sentimientos o la pasión se impusieran al sentido común y al decoro.
Y decoro, esa noche, no había habido ninguno.


Desde el primer instante en que lo vio fregando la cubierta del barco, se había sentido completamente cautivada. Cerró los ojos y regresó a aquel momento. Y le resultó fácil recordar lo que le había hecho perder el juicio… y la ropa.




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