lunes, 8 de noviembre de 2021

SIN ATADURAS: CAPÍTULO 65

 

El vuelo duró una eternidad. Una eternidad durante la cual Paula fue incapaz de dejar de pensar en Pedro. Si se lo hubiera pedido, se habría quedado. Habría caído literalmente en sus brazos. Pero Pedro se había limitado a decirle que se fuera.


De manera que había llegado a Londres y había acudido a todas las atracciones turísticas: el palacio de Buckingham, la Torre de Londres, el museo de cera… Al final de la primera y triste semana, enfadada consigo misma por seguir sintiéndose tan mal, sacó una entrada para acudir a ver el Royal Ballet en Covent Garden, algo que llevaba soñando hacer dos décadas.


El teatro era maravilloso, los bailarines eran maravillosos… pero su corazón no estaba allí. Contempló a los magníficos bailarines… y odió cada segundo. En el intermedio decidió salir del teatro. Y entonces fue cuando se detuvo en seco, sin saber qué diablos estaba haciendo, qué debería hacer, o qué quería hacer. Estaba totalmente sola en medio de una ciudad desconocida. Justo como creía que quería estar.


Pero lo cierto era que había cometido un grave error.


–Paula.


Se volvió. Nadie en aquella ciudad sabía quién era. Nadie sabía dónde se hallaba en aquellos momentos, de manera que, ¿quién podía estar llamándola?


Debía estar viendo fantasmas, porque había un tipo junto a la entrada del teatro que era igual que Pedro.


Parpadeó, pero la visión se encaminó hacia ella con paso firme.


–¿No te gusta el ballet? –dijo cuando estuvo más cerca–. ¿Por qué has salido antes de que acabara la función.


–No me ha parecido lo suficientemente realista.


Pedro alzó las cejas.


–Una chica es abandonada por un tipo y muere de pesar. Luego regresa como un fantasma y protege al tipo de otras mujeres desdeñadas. ¿Qué parte no te parece realista? –preguntó con una sonrisa.


Paula creía estar soñando.



–Odias el ballet, así que, ¿cómo es que conoces la historia de Giselle?


–Porque ya he visto el ballet tres veces –replicó Pedro con una sonrisa.


–¿Tres veces?


–Estoy seguro de que la mujer de la ventanilla piensa que soy un acechador, cosa que más o menos soy –al ver que Paula se quedaba mirándolo con expresión de total perplejidad, añadió–. Así que, ¿cuál es la parte que te ha parecido menos realista?


–No me ha gustado que la chica muriera de tristeza porque el chico la deja –murmuró Paula.


–¿Y qué crees que debería haber hecho? ¿Qué habrías hecho tú? –Pedro esperó un momento a que respondiera. Al ver que no lo hacía, respondió él mismo–. ¿Debería haber hecho el equipaje y haberse marchado a vivir una aventura?


–No, debería haberse enfrentado a él y haberle dicho lo que pensaba –contestó finalmente Paula, pensando que eso era lo que debería haber hecho ella.


–Me parece justo –dijo Pedro–. Pero creo que te gusta más la segunda parte. Porque en esa parte Giselle demuestra su fuerza. Hace lo posible por proteger al tipo porque lo ama de verdad. Y ser capaz de amar tan profunda y apasionadamente es maravilloso. Es poco común y es un regalo.



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