viernes, 19 de noviembre de 2021

CORAZON INDOMABLE: CAPITULO 31

 


En menos de dos minutos ya habían llegado. Paula se quedó con la boca abierta al ver su famosa casa del árbol, cuyo nombre no podía ser más apropiado.


Construida alrededor de unos troncos majestuosos, la casa de madera y cristal parecía crecer del propio bosque que la rodeaba. La luz invitaba a entrar, y Pedro aparcó el coche justo bajo los cimientos. Segundos más tarde, Paula subió por la escalera de madera que conducía a la casa.


—Es increíble. ¿La construiste tú?


—En parte es prefabricada y modificada por un arquitecto. Utilicé ayuda a medida que iba necesitándola, pero, por lo demás, la construí yo mismo.


—¿Y te llevó dos años? —había dicho algo sobre vivir en su casa durante ese tiempo.


—Quería hacerlo bien.


—Pues lo hiciste bien. Esto es precioso.


El lugar parecía un santuario. La mezcla entre materiales naturales, espacio y luz resultaba curativa en sí misma.


—Deberías estar orgulloso de esto.


Pedro pareció ruborizarse ligeramente. Pulsó entonces un interruptor y en el exterior se encendieron un sinfín de luces que iluminaron los árboles que los rodeaban.


—¿Podemos apagarlas? —preguntó ella, y se acercó a las puertas de cristal que daban al porche. No quería alterar el deambular nocturno de las zarigüeyas—. Me encanta la oscuridad en WildSprings.


Pedro la siguió y se colocó tras ella, pecho con espalda. Callado. Fuerte.


La oscuridad y el silencio también eran sus amigos.


—¿Te importa si echo un vistazo? —preguntó ella.


—En absoluto. Mientras cocinaré algo. ¿Unos espaguetis boloñesa te parecen lo suficientemente normales?


—Suena fantástico. Gracias.




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