lunes, 18 de octubre de 2021

MENTIRAS DE AMOR: CAPITULO 81

 


Pedro salió a la terraza y se sentó en una de las sillas. Tenía una copa de whisky entre las manos. Se puso a observar el océano mientras que el agotamiento se apoderaba de él. ¡Menudo día!.


La reunión con Rafael había sido breve y concisa, pero Rafael no había desvelado sus cartas. Se había negado a tomar una decisión en aquel momento. En muchos sentidos, aquello era un juego para él. Rafael Cameron personificaba la historia del pobre que se hace rico. Esto hacía que su fijación por Industrias Worth resultara aún más intrigante.


No por primera vez, Pedro se preguntó qué empujaba a un hombre como Rafael. Había perdido a su madre a una edad temprana y su padre se había vuelto a casar. Durante un instante, Pedro se preguntó lo que habría sido para él perder a cualquiera de sus progenitores a una edad temprana.


En aquellos momentos, Rafael vivía en una casa espectacular con vistas al mar. El apartamento era muy caro y, en ocasiones, Rafael había comentado lo mucho que distaba aquello de donde él había crecido. Sin embargo, seguramente estaba solo en aquellos momentos. Solo como lo estaba Pedro.


En lo más profundo de su ser había un vacío que no podía ignorar. Aparentemente, tenía todo lo que quería. Tenía su apartamento en Manhattan, un trabajo que adoraba. Desafíos todos los días que ponían a prueba su habilidad mental.


Debería sentirse en lo más alto. Había hecho un excelente trabajo en la absorción de Industrias Worth, había descubierto, con la ayuda de Facundo Chaves, la persona que había estado robando a la empresa. Entonces, ¿por qué carecía en aquellos momentos del sentimiento de satisfacción que solía acompañar a un trabajo bien hecho? Algo ocurría.


Tomó un sorbo de whisky y lo tragó lentamente. ¿A quién estaba tratando de engañar? Por supuesto que le ocurría algo. Le faltaba Paula. Sólo pensar en su nombre acrecentaba el dolor que sentía. No tenerla a su lado, no verla sonreír o escuchar el sonido de su voz, no sentir la suavidad de su cuerpo bajo el de él…


Dejó el vaso sobre la mesa y lo miró. Nunca antes había sentido algo así por una mujer. Ella era lo primero en lo que pensaba al despertarse y lo último antes de irse a dormir. Después, ella se infiltraba en sus sueños con recurrente frecuencia.


Había sido un estúpido. Por fin había comprendido a su familia. Lo que querían para él. Había estado a punto de tenerlo con Paula, pero lo había estropeado todo.


Se incorporó en la silla.


Amaba a Paula Chaves. No se lo podía creer. Lo dijo en voz alta.


–Amo a Paula Chaves.


El vacío que sentía en el pecho comenzó a aliviarse. Volvió a decirlo en voz alta, con más fuerza, hasta que lo gritó y atrajo la atención de una pareja que pasaba por la playa.


La quería, la necesitaba a su lado. Para siempre. Regresó al interior de la suite, se puso una cazadora, agarró las llaves del coche y se marchó corriendo. No podía perder ni un momento más. Tenía que tratar de arreglar las cosas entre ellos.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario