viernes, 15 de octubre de 2021

MENTIRAS DE AMOR: CAPITULO 71

 

El lunes por la mañana, envió un mensaje a Facundo Chaves y requirió su presencia en su despacho al final de la jornada laboral. Pedro no quería que los dos hermanos se encontraran allí. Paula le había dicho que no podía cenar con él aquella noche porque tenía muchas tareas en casa con las que debía ponerse al día. Por lo tanto, decidió que lo mejor era que ella se marchara algo más temprano.


Estaba pensando en el informe que había redactado sobre el viaje a Nueva Jersey cuando alguien llamó a su puerta.


–Adelante –dijo mientras dejaba el bolígrafo y cerraba el informe que había estado leyendo.


Facundo Chaves entró por la puerta y la cerró a sus espaldas. Era la segunda vez que se encontraba cara a cara con el hermano de Paula y se sorprendió de las similitudes que había entre ambos. Aunque los rasgos de Paula eran más suaves y más redondeados, no se podía negar el parecido familiar entre ellos en el color del cabello y en los ojos. Los de Paula lo miraban suavemente y con una combinación de deseo y admiración, pero los de Facundo Chaves dejaban pocas dudas sobre la antipatía que sentía hacia Pedro.


–Siéntate –le ordenó Pedro. Se levantó y rodeó el escritorio. Entonces, se apoyó sobre él y miró fijamente a Facundo, que le devolvía la mirada–. ¿Cómo te van las cosas, Facundo?


–Usted lo debería saber bien. Mi supervisor responde ante usted a diario, ¿no?


Pedro aplacó la ira que instintivamente sintió por el descaro y el desprecio que Facundo sentía hacia su autoridad.


–Así es y, aparentemente, todo va bien.


–¿Qué diablos quiere decir con eso de «aparentemente»? –preguntó Facundo en tono beligerante.


–Tranquilízate. Tu supervisor se ha fijado en la atención que muestras por los detalles y en el hecho de que, durante las dos últimas semanas, has mantenido con rigidez los procedimientos de operatividad de la empresa. Me alegra ver que has aceptado esta oportunidad de limpiar tu nombre.


–Yo no tenía nada que limpiar. Ya se lo he dicho antes y lo seguiré diciendo hasta que alguien me crea. No he estado robando a Empresas Cameron.


Pedro levantó una mano.


–Está bien. Me alegra ver que estás mejorando. Sin embargo, hay otra faceta en la que vas algo retrasado.


–Mire, si está buscando una excusa para despedirme…


–No. Esto no tiene nada que ver con el trabajo.


–Entonces, ¿de qué se trata?


–De Paula.


–¿De Pau? ¿Qué quiere decir? Gracias a usted, apenas la veo.


–Sin embargo, ella sigue sintiendo la necesidad de estar a tu lado, Facundo.


–Por supuesto. Es mi hermana mayor. ¿Acaso no tiene usted hermanos mayores que siempre traten de decirle lo que tiene que hacer? ¿Le dejan tomar sus decisiones todo el tiempo?


Las palabras de Facundo estaban muy cerca de la realidad, lo suficiente para colocar a Pedro de nuevo en posición de ataque.


–Me gustaría que me dijeras exactamente cuándo vas a tomar responsabilidad de tus propios actos, Facundo. Ponerte de pie sin que tu hermana esté a tu lado para protegerte o para evitar que te hagas daño. Ella ha puesto su vida en suspenso por ti. Ha renunciado a oportunidades que podría no volver a tener en toda su vida por ti.


–¿Acaso cree que no lo sé? ¿Por qué cree que estoy aquí trabajando tan duro para ayudarla económicamente?


–En lo que se refiere a ti, no sé qué pensar, Facundo. Aparentemente, te comportas como un niño mimado. Tienes que dejarla marchar. Dejar que sea ella misma.


–Eso está bien viniendo de usted.


Facundo se levantó de la silla y comenzó a andar por el despacho. Pedro se tensó.


–¿Cómo has dicho? –le preguntó con frialdad.


–Lo que quiero decir es que, al menos, yo no estoy utilizándola activamente en una mentira, tal y como lo está haciendo usted. Yo quiero a mi hermana. Haría cualquier cosa por ella, que es mucho más de lo que usted puede decir. Por supuesto, usted tiene dinero y puede darle cosas bonitas y llevarla a lugares emocionantes, pero, al final del día, ¿adónde regresa? A su casa, porque a pesar de todo lo que hemos pasado, ella me quiere y sabe que yo la quiero a ella.




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