viernes, 8 de octubre de 2021

MENTIRAS DE AMOR: CAPITULO 48

 

Pedro estaba sentado en el escritorio de su despacho. Se reclinó en su silla. Se sentía cansado e irritable después de una noche difícil, por lo que había descartado la posibilidad de dormir y se había marchado temprano al trabajo. La causa de su última noche de insomnio era que Paula Chaves le había llegado muy dentro.


De algún modo, ella había conseguido colarse bajo su gruesa piel. Después de poseerla, quería más. Nunca antes había experimentado una necesidad parecida a la que lo consumía en aquellos momentos. Trató de racionalizarlo, de atribuirlo a la excepcionalidad del largo periodo de tiempo transcurrido desde la primera vez que se vieron en febrero hasta que por fin había estado con ella. La anticipación solía endulzar las cosas, incrementar las expectativas y los placeres que se han de descubrir.


Sin embargo, después de haber tenido relaciones íntimas con Paula, en vez de sentirse más tranquilo, la anticipación había alcanzado cotas aún mayores. Su intensa conexión física lo había sorprendido profundamente. No se podía negar que juntos hacían arder las sábanas. Paula era una amante inesperadamente apasionada y generosa. Sus rotundas curvas femeninas lo volvían loco, tanto si estaba vestida como si no.


Sin artificio alguno, simplemente había sido ella misma. Eso suponía una refrescante bocanada de aire fresco en una vida que se había hecho demasiado superficial en los últimos años o, al menos, así había sido como él tenía intención de mantener sus relaciones con el sexo opuesto. Superficiales y libres de compromiso.


Este hecho le llevaba a la pregunta fundamental. ¿Se podía ser tan generoso sin tener algún motivo? Sus relaciones con las personas en los últimos años sugerían que no. Ni siquiera su padre quedaba libre de manipular para conseguir lo que quería. Entonces, ¿dónde dejaba eso a Pedro con Paula?




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