jueves, 23 de septiembre de 2021

MENTIRAS DE AMOR: CAPITULO 2

 

El comportamiento de Paula aquella noche no había sido en absoluto propio de ella. Ni en un millón de años hubiera creído que era capaz de sentir en tan poco tiempo tanto por un hombre al que no había visto hasta aquella noche. Al recordar, sintió que una oleada de calor le recorría el cuerpo, una oleada que se detuvo en seco cuando se dio cuenta de que él esperaba respuesta a algo que, evidentemente, le había dicho.


Paula se aclaró la garganta con nerviosismo y fijó la mirada en un punto más allá de la cabeza de él.


–Lo siento, ¿me lo podría repetir, por favor?


Él sonrió suavemente, prácticamente sin mover los labios, lo que hizo que la temperatura externa del cuerpo de Paula subiera otro grado. Aquello era una locura. ¿Cómo iba a poder trabajar para él cuando ni siquiera podía pensar cuando estaba en su presencia? Si no era capaz de cumplir con sus funciones, la echarían en menos de un abrir y cerrar de ojos. Él tenía fama de ser un jefe muy duro. A eso, Paula podía enfrentarse. Estaba segura de que él no había llegado hasta donde estaba a la edad de treinta y un años sin ese rasgo en su carácter. Las personas centradas no la intimidaban. Al contrario, las admiraba. Sin embargo, en el caso de su jefe tenía que admitir que tal vez lo admiraba demasiado.


–¿Estás nerviosa?


–No, no exactamente. Tal vez algo sorprendida por mi nombramiento. Aunque no me queje.


–Simplemente estaba refiriéndome a los años que llevas trabajando para Industrias Worth. ¿Qué edad tienes? ¿Veintiocho más o menos y ya llevas trabajando ocho años para Worth?


Incluso su voz era una distracción. Masculina y profunda, con una textura que le provocaba un ligero escalofrío de anhelo por la espalda. Y su acento. Mitad neoyorquino mitad neozelandés. La combinación y las inflexiones del tono de su voz le provocaban alocadas sensaciones en lo más profundo de su ser.


–Sí, toda mi familia ha trabajado o trabaja para Worth.


–Ah, sí. Tu hermano. Facundo, ¿verdad?


–Sí. Y mis padres también trabajaron aquí antes de morir. Los dos estaban en la fábrica.


–Lo que estás demostrando es una gran lealtad.


Pau se encogió de hombros.


–En realidad no, en especial cuando Industrias Worth, es decir, Empresas Cameron, es la empresa más importante de Vista del Mar.


Aquel ascenso para convertirse en la asistente personal del señor Alfonso, aunque fuera algo temporal, dado que él sólo estaría en Vista del Mar un tiempo, hasta que completara los estudios de viabilidad financiera de la empresa, era muy inesperado, pero el aumento de sueldo sería muy bien recibido. Pagar los gastos de la educación universitaria de su hermano era un gasto constante para Facundo y para ella, un gasto del que estaban deseando deshacerse. A pesar de que Facundo llevara trabajando allí dos años y contribuyendo así a los gastos mensuales, que incluían los pagos de la pequeña casita que había sido su hogar desde la infancia, el crédito del colegio era una carga muy pesada sobre sus espaldas. Tal vez pronto, gracias al ascenso de Paula, se podrían permitir algunos lujos. Dentro de un límite, por supuesto.


–¿Has querido alguna vez trabajar en otro lugar por motivos de trabajo? –le preguntó él mientras se inclinaba sobre el escritorio.



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