domingo, 8 de agosto de 2021

UNA GRAN NEGOCIACIÓN: CAPÍTULO 52

 

Entre tanto, Paula sonreía a Jeremías y se presentaba a él educadamente.


Pedro se apartó de Dana y ella posó su mano sobre su muslo. Si lo que quería era excitarlo, sólo estaba consiguiendo sacarlo de sus casillas.


—Hemos salido a celebrar que Dana está embarazada —dijo Jeremias.


—¡Enhorabuena! —dijo Paula, lanzando una mirada a Pedro para ver cómo lo afectaba la noticia.


—Siempre he querido un hijo, ¿verdad Pedro, cariño?


Más que un hijo, una alianza de casada, dinero, éxito, estatus, poder…


—Os deseo lo mejor —dijo él, mirando a Jeremias.


Y Paula se relajó parcialmente al ver que era sincero.


—¿Sabe Paula que no quieres tener hijos? —preguntó Dana.


Pero Paula reaccionó al instante. Arqueó una ceja y con fingida sorpresa, dijo:

—¿Y por qué es donante de esperma?


Pedro tuvo que reprimir una carcajada. Paula lo hacía sonar como si fuera un medio de trabajo. Dana lo miró boquiabierta.


—¿Pedro ha donado esperma? —preguntó Jeremias, igualmente sorprendido.


—¿No lo sabíais? —Paula fingió estar desconcertada con maestría—. Pedro y yo fuimos donantes para que nuestros mejores amigos realizaran el sueño de tener un hijo, ¿verdad, Pedro, cariño?


Su imitación de Dana casi hizo a estallar a Pedro en una carcajada.


—¡Qué generosos!


—Sonia era mi mejor amiga. Es normal hacer algo así por un buen amigo —concluyó Paula, con una sonrisa angelical que no ocultaba el mensaje subliminal dirigido a Jeremias.


—¿Veis al niño a menudo? —preguntó Jeremias, avergonzado.


—Sus padres murieron y…


—Hemos decidido adoptarlo, ¿verdad, Paula? —Pedro sabía que no debía proponérselo así, que debía haberle explicado que lo último que quería hacer era divorciarse de ella, pero no pudo resistirse a decirlo.


—Claro —dijo ella con los ojos iluminados de júbilo.


—¿Así que sólo os casasteis por el niño? —preguntó Dana, que pareció relajarse al asumir que la respuesta a su pregunta era afirmativa.


—¿No es ésa la razón por la que se casan casi todas las parejas? — dijo Pedro, mirándolos alternativamente—. Al menos, a mí no me han atrapado en un matrimonio que no quería.


A pesar de la furia que brilló en los ojos de Dana, Pedro no sintió la satisfacción que esperaba obtener de su comentario. En el fondo, sentía lástima por ellos.


—Casarme con Paula es lo mejor que me ha pasado en la vida — añadió con dulzura, alargando la mano para tomar la de ella.


Dana se puso en pie, malhumorada.


—Será mejor que nos vayamos.


—Ha sido un placer —dijo Jeremias, azorado, antes de marcharse.


Pedro pensó que hasta él se daba cuenta de cuál de los dos había sido más afortunado.




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