miércoles, 18 de agosto de 2021

QUIERO TU CORAZÓN: CAPÍTULO 20

 

Paula aparcó en la plaza vacía delante de Alfonso International. Pedro se había ofrecido a recogerla en la cabaña, pero ella había insistido en que se vieran allí. Como no se trataba de una verdadera cita, parecía tener más sentido. Además, hacer que la dejara en el aparcamiento mantenía las cosas en un plano menos personal.


Llegó temprano, pero unos momentos más tarde entró una aerodinámica cupé plateada. Como Pedro iba al trabajo con una furgoneta verde, la sorprendió un poco reconocerlo al volante de ese llamativo coche.


Cuando recogió el bolso y abrió la puerta de su coche, él ya la estaba esperando.


—Se te ve fantástica —alabó, alargando la mano—. Elegante y sexy.


Pau podría haber repetido sus palabras mientras lo miraba. No era la primera vez que lo veía con un impecable traje oscuro hecho a medida, pero esa noche, él estaba más atractivo que nunca. No podía ver claramente el rostro, ya que tenía la luz de seguridad detrás, lo que dejaba su cara parcialmente en sombras. Durante un instante, pareció más delgada y angulosa que de costumbre.


Pau sintió un pequeño desasosiego en su interior, pero la calidez de su mano sosteniendo la suya la tranquilizó. Al bajar del coche, su pierna quedó revelada hasta la mitad del muslo del vestido de noche que llevaba debajo del abrigo blanco de lana. Tirando del bajo, se preguntó si él lo habría notado.


—Gracias —murmuró.


En silencio, él la ayudó a acomodarse en el asiento de piel de su Lexus. Antes de salir del aparcamiento, volvió a mirarla.


—Me alegro de que aceptaras venir.


Ella le devolvió la sonrisa sin hablar mientras se alisaba la falda. La laca de las uñas era unas tonalidades más oscura que el rojo del vestido, uno de sus favoritos. El estilo favorecedor del diseño potenciaba su seguridad. Le brindaba una sensación de autoridad femenina.


Por la expresión de aprecio en el rostro de Pedro, pudo darse cuenta de que, como la mayoría de los hombres, la apariencia de una mujer influía en él. ¿Acaso no era eso lo que había pretendido lograr… deslumbrarlo como al resto de los hombres que hubiera en la boda?


¿Cómo podía esperar que su nuevo jefe se centrara en su mente y en su capacidad de trabajo si ella misma era quien intentaba distraerlo? No podía tener ambas cosas.


—Estás muy silenciosa —comentó Pedro pasados unos minutos—. ¿Te arrepientes?


—No, claro que no —respondió—. ¿Por qué piensas eso?


Él giró a la izquierda.


—Nadie te culpa por el compromiso roto —dijo—. Esas cosas pasan.


Era seguro que Damián asistiría, a pesar del hecho de que su hermano se casaría con su ex mujer. Una situación incómoda, en especial para la novia.


Miró a Pedro, sus manos reposaban sobre el volante. Fuertes, capaces.


Sintió un escalofrío.


—Mi relación con Damian fue un error —afirmó—. No siento nada por él, si eso es lo que piensas —¿había sonado desesperada? ¿A la defensiva?


Él sonrió sin girar la cabeza.


—Es bueno saberlo.


Paula no se dio cuenta de que ya habían llegado hasta que él introdujo el coche en el aparcamiento y paró. A su alrededor, la gente iba hacia el interior.


—Te abriré la puerta —dijo Pedro, bajando.



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