martes, 17 de agosto de 2021

QUIERO TU CORAZÓN: CAPÍTULO 16

 

No volvió a hablar con Pedro en toda la tarde. Como no tenía otra cosa que hacer, investigó un poco sobre el negocio en la Red. De esa manera podría formularle a Pedro alguna pregunta inteligente.


Vio al representante rodear el taller principal y dirigirse al coche, pero no lo acompañaba su jefe. Había un límite para lo que una persona podía aprender sobre equipos de granja en un día y ella había llegado a él, y como Nina se hallaba ocupada redactando un informe, no tenía nada en lo que ocuparse, por lo que el tiempo pasó lentamente.


Finalmente fue al despacho de Pedro con el pretexto de preguntarle si quería café, pero no estaba allí. En un aparador estaba la foto de su grupo de póquer sentado a una mesa de picnic. Eran los mismos chicos que habían estado en la fiesta que ella había interrumpido; Pedro, Mauricio, Rodrigo, Gastón, Darío y Damián.


Observó la foto durante un momento. Sin desear que la sorprendieran allí, regresó a su mesa, pero su mente permaneció en Damián, su antiguo prometido. Si ya estaba saliendo con otra, la noticia aún no había llegado a sus oídos.


Súbitamente, se dio cuenta de que no le importaba. Damián le había herido el orgullo, pero no el corazón. En realidad, no lo había amado. Aparte del bochorno de que la abandonaran de forma pública, le debía un profundo agradecimiento. Si no hubieran roto, con el tiempo podría haberse encontrado en un matrimonio sin amor. No habría comprendido que la vida merecía algo más que lo que Damián podría darle. Desde luego, no se habría embarcado en un nuevo trabajo.


No cuando su objetivo principal había sido una boda bonita, con el vestido perfecto, toneladas de flores y el resto de la pompa y circunstancias que iban con ese acontecimiento.


Tantas veces había imaginado la ceremonia que casi le parecía real. Podía verse flotando sobre la alfombra blanca en dirección al altar. Bajo el resplandor de miles de velas, se afanó en ver con claridad la cara del novio, alto, moreno…


—Ah, me alegro de que sigas aquí —exclamó Pedro, sacándola de su ensimismamiento—. Quería preguntarte… sobre la boda de Darío… ¿me acompañarías?


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