sábado, 12 de junio de 2021

NO TODO ESTÁ PERDIDO: CAPITULO 31

 


Mientras iban al baile, charlaron sobre su trabajo en el hospital y sobre el pastel de manzana que pensaba hacer al día siguiente. Susy lo invitó a pasar por su casa después de la entrevista en la radio y Pedro le dijo que tal vez lo haría.


También charlaron sobre el embarazo de Cecilia y cuando salió el tema de los niños, Susy comentó:

–Sé que es un tema que te duele, pero lo que Paula está haciendo por esa niña es admirable.


–Sí, lo es.


–¿Es un tema que te duele o te parece admirable?


–Me parece admirable –dijo Pedro.


–¿Entonces te parece bien que Paula esté aquí?


Él dejó escapar un suspiro. Susy lo sabía todo sobre su ruptura con Paula, salvo que ella lo había acusado de engañarla. No sabía por qué no se lo había contado, por orgullo quizá, o tal vez porque era algo demasiado privado.


Estar con Susy y Paula al mismo tiempo le resultaba incómodo.


–Está aquí por una razón, ya lo sabes.


–Pero verla con la niña debe ser difícil para ti.


–He tardado algún tiempo en hacerme a la idea, pero lo que hubo entre Paula y yo en el pasado no tiene nada que ver con eso.


–¿Entonces no crees que se quede?


En cuanto Susy lo invitó a pasar por su casa para tomar un trozo de pastel, Pedro había imaginado a Paula despertando medio grogui para atender a Maite mientras él hacía un café en la cocina. Harían turnos para darle el biberón mientras el sol empezaba a asomar en el cielo…


Pero esos pensamientos desaparecieron, reemplazados por la realidad.


–No, ella vive en Nashville, su trabajo está allí.


Susy se arrellanó en el asiento, visiblemente satisfecha, y no dijo nada más.


No estuvieron mucho rato en el baile. De hecho, se fueron después de cenar. Pedro la llevó a casa y Susy lo invitó a tomar una copa, pero él le recordó que tenía una entrevista muy temprano.


Pero en lugar de ir directamente a su casa se encontró parando frente a la casa de invitados. La lámpara del salón estaba encendida, de modo que Paula seguía despierta.


Pedro se preguntó si Maite lo estaría también o si estaría tomando un biberón con los ojitos cerrados. Le gustaría llamar a la puerta para terminar lo que había empezado con Paula. Quería verla, quería hacer el amor con ella otra vez.


Pero no era real. No eran una familia.


En realidad, tanto Paula como Maite estaban a punto de marcharse de su vida para siempre. Después del divorcio no volverían a verse.


Pedro se dio la vuelta. No era sensato llamar a su puerta esa noche y enredar la situación aún más.


De modo que lo dejaría. Por el momento.




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