Dos horas más tarde estaban instalándose en la lujosa suite que había reservado Pedro en el hotel Casa Mónica de San Agustín, en Florida, uno de los más antiguos de la histórica ciudad.
Tenía que llamar a Blanca. Estaba segura de que se las apañaría sin ella , pero quería hablar con ella de todos modos para darle la dirección del hotel.
La suite que Pedro había reservado tenía dos dormitorios conectados por una sala de estar. El baño, que era gigantesco, tenía una bañera circular que parecía estar llamándola cuando Paula posó sus ojos en ella. Le dolían los músculos de haber estado todo el día trabajando, y de haber acarreado con la butaca de uno de los bebés. Y de pronto, se encontró imaginándose en aquella bañera con un hombre… y no con cualquier hombre…
Regresó a su dormitorio, que tenía pesadas cortinas de brocado y muebles tapizados de terciopelo azul y las cunas de los dos bebés. Pedro se había quedado con el otro dormitorio, que era más pequeño.
Miró a los niños, que dormían.
–¡Cómo duermen tus hijos! Me están haciendo el trabajo muy fácil.
–Pamela, mi ex, no lleva un horario como Dios manda con ellos, y el primer día que los tengo conmigo siempre duermen mucho –respondió Pedro–, pero verás cuando se despierten con las baterías recargadas… Baltazar parece un angelito pero cuando menos te lo esperas va y te hace una trastada. Siempre anda subiéndose donde no debe. ¿Ves la cicatriz que tiene en la ceja izquierda? Tuvieron que darle puntos porque se hizo una brecha. En cuanto a Olivia… no pierdas de vista sus manos –le explicó dirigiéndose a su dormitorio–. Es muy aficionada a meterse cosas pequeñas en la nariz, en las orejas, en la boca…
El cariño que Pedro sentía por sus hijos se hizo aún más evidente mientras le detallaba de ese modo la personalidad de sus hijos. Parecía que los conocía bien. No era lo que habría esperado de un padre divorciado que sólo veía a sus hijos de cuando en cuando. Intrigada, lo siguió, pero se detuvo al llegar al umbral de la puerta abierta y ver que se había aflojado la corbata y que estaba desabrochándose la camisa. Paula dio un paso atrás.
–Em… ¿qué estás haciendo?
Pedro se sacó la corbata aún anudada por la cabeza y se sacó los faldones de la camisa del pantalón.
–Baltazar me dio con los zapatos antes cuando lo tomé en brazos –le explicó, mostrándole las manchas que había dejado en la camisa–. Tengo que cambiarme para la cena; no puedo presentarme así.
Ah, cierto. Casi se había olvidado. Pedro le había dicho que tenía una cena de negocios en el restaurante del hotel y que pidiera al servicio de habitaciones la cena de los niños y la suya. También le había dicho que volvería en dos o tres horas. Tal vez podría hacer unas llamadas mientras le daba un baño a los niños, pensó Paula. Hablaría con su madre y vería si tenía algún mensaje en el buzón de voz.
–Claro, no puedes permitirte ir a esa cena tan importante con una camisa sucia.
–¿Podrías sacarme una camisa limpia de la maleta?
–Eh… claro –balbució ella, dándose la vuelta antes de que siguiera desvistiéndose.
Fue donde estaba la maleta, y al abrirla… oh, Dios, fue como si la ropa que había dentro desprendiera olor a él. El aroma le resultaba embriagador.
Buscó una camisa blanca entre la ropa y se sorprendió de ver que también había otras bastante coloridas. Parecía que el serio empresario tenía un lado salvaje. Un cosquilleo le recorrió la piel y cerró azorada la maleta.
Con la camisa en la mano se volvió hacia Pedro, que sólo llevaba los pantalones y una camiseta interior de manga corta. Sus anchos hombros estiraban la tela casi al límite. Paula trató de ignorar la ola de calor que la invadió y, tendiéndosela, le preguntó:
–¿Te sirve ésta?
–Estupendo, gracias.
Los nudillos de Pedro rozaron los de ella cuando tomó la camisa, y Paula volvió a sentir que un cosquilleo le subía por el brazo hasta el pecho. Había algo tan íntimo en aquella escena… Estaba en un dormitorio con un hombre guapísimo, ayudándolo a vestirse, y en la sala de estar dormían dos preciosos bebés. Era demasiado hermoso, demasiado similar a lo que una vez había soñado con tener con su ex.
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