jueves, 22 de abril de 2021

NO DEBO ENAMORARME: CAPÍTULO 28

 


¿Crees que uno puede enamorarse de alguien en solo dos semanas? –le preguntó Paula a Pedro.


–Creo que en el amor, todo es posible –contestó.


La idea de que Paula volviera a sufrir por culpa de un hombre le inquietaba más de lo que habría podido imaginar. Quizá porque estaba convencido de que era algo inevitable. Solo esperaba que cuando su padre la abandonara, al menos lo hiciera con amabilidad. Claro que quizá la espera acabara por frustrarla hasta el punto de decidir que no quería quedarse.


Ahora que la conocía mejor, Pedro ya no sabía qué esperar. Nunca había conocido a una mujer tan impredecible. Sin embargo, al mismo tiempo se identificaba con ella en ciertas cosas y la comprendía, lo que no tenía ningún sentido.


Pero lo que más le sorprendía era hasta qué punto se había equivocado con ella y cuánto había subestimado a su padre. Nunca se perdonaría por ello.


Jorge apareció en ese momento con otras dos copas. Pedro agarró los dos vasos y le dio uno a Paula, que miró el que ya tenía como si le sorprendiera ver que estaba vacío.


–De verdad que no debería –dijo, pero en el momento en que él se disponía a devolvérselo a Jorge, añadió–: Pero sería una lástima desperdiciar un vodka tan bueno. Esta es la última.


jorge se alejó con los vasos vacíos, meneando la cabeza, divertido o exasperado, quién sabía.


–Tu padre me ha contado que cuando conoció a tu madre fue amor a primera vista –recordó ella–. Y que supuso un gran escándalo porque ella no pertenecía a la realeza.


–Sí, mis abuelos eran muy tradicionales. Ya tenían un matrimonio concertado para él, pero mi padre amaba a mi madre. Amenazaron con desheredarlo y él dice que aquella fue la única vez que se rebeló contra ellos.


–Debió de ser muy difícil para tu madre saber que la odiaban hasta el punto de querer desheredarlo.


–No la odiaban tanto a ella como a la idea que tenían de ella, pero las cosas mejoraron después de que yo naciera. Mi padre era hijo único, así que estaban encantados de que mi madre les diera un heredero.


–¿Entonces a tu padre no le importaría que tú te casaras con alguien que no fuera de la realeza?


–Mis padres siempre me han dicho que, como único heredero, es esencial que yo también tenga un heredero, pero quieren que me case por amor.


–Como hicieron ellos.


–Sí.


–¿Cómo era tu madre? –le preguntó ella entonces.


Solo con pensar en ella se le dibujó una sonrisa en los labios.


–Guapa, leal y sin pelos en la lengua, lo que muchos consideraron poco conveniente para una reina. Creció en una familia italiana de clase media, por lo que sentía un profundo respeto por la gente común. La verdad es que tú me recuerdas a ella en algunas cosas.


Lo miró con sorpresa.


–¿Yo?


–Era valiente y muy lista, y no tenía miedo a decir lo que pensaba, aunque a veces le ocasionase problemas. Fue toda una inspiración para las mujeres jóvenes de este país.


–¿Valiente? –lo miró como si hubiese perdido la cabeza–. Yo siempre tengo miedo a estar equivocándome.


–Pero eso no te detiene, lo cual requiere mucha valentía.


–Es posible, lo que no sé en qué podría yo servir de inspiración a otras mujeres. Mi vida es una sucesión de errores.


¿Cómo era posible que no se diera cuenta de todo lo que valía?


–Eres culta, inteligente y tienes éxito en tu profesión. Pero además eres una magnífica madre que está criando a su hija sin ayuda. ¿Qué mujer joven podría no admirarte?


La vio morderse el labio y, por un momento, creyó que iba a echarse a llorar.


–Es posible que sea lo más bonito que me hayan dicho en toda mi vida. Pero sé que no lo merezco porque soy un verdadero desastre.


–Me parece que es tu padre el que habla por tu boca –le dijo.


–Puede que en parte, pero soy consciente de que a lo largo de mi vida he tomado unas cuantas decisiones muy poco acertadas.


–Eso le pasa a todo el mundo. ¿Cómo aprenderíamos si no cometiéramos algunos errores?


–El problema es que parece que yo no aprendo de los míos.


¿Por qué no veía lo que veía él en ella? ¿Acaso las exigencias de su padre habían acabado por completo con su autoestima? ¿Qué podría hacer él para hacérselo creer? ¿Cómo podría hacerle ver lo especial que era?


–Te subestimas. Si no fueras una persona extraordinaria, ¿crees que mi padre se habría enamorado tan rápido de ti?





No hay comentarios.:

Publicar un comentario