domingo, 18 de abril de 2021

NO DEBO ENAMORARME: CAPÍTULO 16

 


Una vez fijado el plan, Pedro asintió y salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí. Paula se sentó en el suelo junto a su hija, que ya se había cansado de levantarse y caerse y estaba ahora tumbada boca arriba, mordiendo un sonajero.


Le inquietaba la idea de pasar tanto tiempo a solas con Pedro, pero no parecía que tuviese otra opción porque no quería herir los sentimientos de Gabriel, ni parecer la mala de la película. La parte positiva era que quizá al ver que Pedro la aceptaba, también el personal de servicio se mostrara más amable con ella.


En ese momento sonó el teléfono y Paula fue corriendo a responder con la esperanza de que fuera Gabriel.


Era su amiga Jessica.


–¿Cómo fue el vuelo?


–Una pesadilla. Mia casi no durmió –miró con ternura a su hija, que seguía babeando sobre la manta–. Pero ahora parece que ya está bastante adaptada.


–¿Qué tal Gabriel? ¿Se alegró mucho de verte?


Paula titubeó antes de decir nada. No quería mentir a su amiga, pero tenía miedo de que si le contaba la verdad no hiciera sino aumentar sus dudas. Pero, si no podía hablar con su mejor amiga, ¿con quién iba a hablar?


–Ha habido un pequeño cambio de planes –le explicó lo sucedido–. Sé lo que debes de estar pensando.


–Sí, ya sabes que tenía mis dudas sobre este viaje, pero confío en ti y quiero pensar que sabes qué es lo mejor para Mia y para ti.


–¿Aunque no estés de acuerdo?


–No puedo evitar preocuparme por ti y no quiero ni pensar en que te quedes allí a vivir, pero al final lo que yo piense no importa. ¿Qué piensas hacer hasta que vuelva Gabriel? –le preguntó Jessy.


–Su hijo se ha ofrecido a hacer de guía –solo con decirlo se le encogía el estómago.


–¿Es tan guapo en persona como en las fotos que me enseñaste?


–En una escala de uno a diez, tiene por lo menos un quince.


–Entonces, si las cosas no salen bien con Gabriel… –le dijo bromeando.


–No sé si te he dicho que también es un estúpido y que me odia. Aunque no puedo decir que no lo comprenda –admitió–. Gabriel quiere que nos llevemos bien, pero yo me conformo con que deje de odiarme.


–Paula, eres una de las personas más amables, consideradas y buenas que conozco. ¿Cómo no vas a gustarle?


El problema era que a veces era demasiado amable y demasiado considerada, hasta el punto de dejar que los demás le pasasen por encima. Y Pedro parecía de los que podría aprovecharse de algo así.


O quizá solo estuviese un poco paranoica.


–Es muy… intenso –le dijo a Jessy–. Cuando entra en una habitación es… Intimida un poco.


–Bueno, es que es un príncipe.


–Gabriel es el rey y nunca he tenido esa sensación con él.


–No te lo tomes a mal, pero quizá Gabriel al ser mayor, es más bien… como una figura paterna.


–Jessy, ya tengo bastante figura paterna con mi padre.


–Siempre dices que es tan crítico contigo que hace que te sientas un fracaso.


No podía negarlo, como tampoco podía negar que la amabilidad y los detalles de Gabriel hacían que se sintiera especial, pero no buscaba otro padre en él. Más bien al contrario. En el pasado siempre le habían atraído los hombres que intentaban controlarla o dominarla. Ahora lo que buscaba era un compañero, alguien con quien relacionarse de igual a igual.


Quizá lo que más le molestaba de Pedro, además de que la odiara, era que se parecía mucho al tipo de hombres con los que siempre había salido.


–No me fío de Pedro –le confesó a su amiga–. Desde el momento en que salí del avión me dejó muy claro que no le gustaba, y sin embargo de pronto, un par de horas más tarde, se ofrece a hacerme de guía. Dice que lo hace por su padre, pero no sé si creérmelo. Si realmente quisiese hacer feliz a su padre, ¿no habría sido un poco más amable conmigo desde el principio?


–¿Crees que va a intentar separarte de Gabriel?


–La verdad es que ya no sé qué pensar –lo único que sabía era que había algo en Pedro que no le gustaba, pero no tenía más remedio que estar con él hasta que volviera Gabriel.


–Yo tengo buenas noticias –anunció Jessy–. Guillermo me ha invitado a acompañarle a Arkansas a la fiesta de aniversario de sus padres. Quiere que conozca a su familia.


–Y vas a ir, ¿verdad?


–Me encantaría. ¿Sabes el tiempo que hace que un hombre no quiere presentarme a su familia? Lo que ocurre es que viven en un lugar muy apartado con muy poca cobertura telefónica y me preocupa que si me necesitas…


–Jessy, estoy bien. En el peor de los casos, podría llamar a mi padre –aunque para eso tendría que ocurrir algo realmente horrible.


–¿Estás segura? Estoy preocupada por ti.


–Pues no lo estés. Puedo enfrentarme sola al príncipe Pedro.


Solo esperaba que fuera cierto.





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