jueves, 1 de abril de 2021

FARSANTES: CAPÍTULO 25

 


El joven estaba sorprendido de lo tozuda que podía llegar a ser Paula… Quizá ella tuviera razón: era mejor dejar la relación tal y como estaba. Si seguían atrayéndose mutuamente, como era obvio, podrían llegar a meterse en un laberinto de despropósitos y arruinar sus vidas.


No obstante, una voz interna le decía a Pedro que no tuviera miedo, que podría hacer frente a esa situación tan delicada.


En vez de hablarle desde el cerebro, la voz procedía del centro de su cuerpo. No utilizaba palabras sino sensaciones inequívocamente físicas.


—¿Hemos de considerar que estamos ante un callejón sin salida? —preguntó resignadamente Pedro.


—Eso parece.


Alfonso estaba realmente molesto. La gente podía disfrutar de una relación, sin necesidad de casarse o comprometerse para el resto de sus días. Existía la posibilidad de tener un amor de verano. A ambos les sentaría muy bien, para desconectar de la vida cotidiana, durante el resto del año.


Poco a poco, empezaron a llegar los jinetes con sus monturas y a medida que entraban en el establo, saludaban a Paula sonriendo.


—¡A trabajar, Paula! —le dijo Pedro, antes de alejarse de ella.


—Entonces, ¿estamos de acuerdo en que es mejor dejarlo? —quiso aclarar por última vez Paula.


—Sí, señora —le respondió Alfonso.


La vaquera se quedó con una ligera sospecha, aunque el hombre mantuviese firmemente su cara de póker. Al final, se le escapó una leve sonrisa.


Pedro, ¿vas a respetar nuestro pacto?


—No te preocupes. Me voy a portar bien. Pero es que… me gusta besarte.


—Te lo estoy advirtiendo, compórtate correctamente —dijo la vaquera, seriamente, mientras se alisaba la camisa y sonreía a los turistas que volvían de su paseo.


De pronto, uno de los jinetes comenzó a galopar, hasta que se acercó a Paula.


—¡Bienvenida! —dijo el jinete experimentado, dándole un beso suave en la boca—. El señor Harding dijo que no vendrías tan pronto como otras veces.


Pedro se estremeció cuando el joven besó a Paula. Estaba claro que estaba loco por ella.


—Hola Toby, recuerda que no hay que dejar las riendas sueltas hasta que te bajes del caballo.


Toby le hizo caso de mala gana.


—Le he dicho a papá y mamá que vengan al final del verano, porque cuando tú no estás, el rancho es más aburrido.


Pedro se sintió un poco culpable. Los cambios de planes para sus vacaciones habían afectado a un montón de personas, como a ese adolescente con cuerpo de adulto.


—Estoy convencido de que lo has pasado en grande, aunque yo no haya estado aquí —le dijo Paula, mientras le sacudía el pelo con la mano.


—Pero, no es lo mismo…


Los otros integrantes del grupo estaban de acuerdo con Toby. Casi todo el mundo en el rancho parecía compartir esa opinión.


La mayoría de los invitados venían un verano tras otro, y por eso la conocían muy bien. ¡Era tan fácil querer a Paula!


«Ha sido un auténtico lujo compartir con ella cinco minutos», pensó Alfonso, con asombro.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario