martes, 9 de marzo de 2021

UN EXTRAÑO EN LA CAMA: CAPÍTULO 61

 


Pedro se quedó inmóvil nada más ver el arma.


—Sentaos —dijo Patricio, dirigiéndose a Julia y a John.


Estos obedecieron.


Patricio hizo un gesto a Pedro, para que se sentase en la silla en la que había estado Paula.


Este dudó, pero se sentó.


—Lo que vamos a hacer es salir todos juntos del restaurante. Tú —le dijo Pedro—, el primero. Nos abrirás la puerta a todos. Luego vosotros dos. Paula y yo saldremos los últimos. No hace falta que os diga que actuéis con normalidad. No quiero que nadie salga herido.


—¿Y luego, qué? —inquirió Pedro.


—Yo llevaré a mi chica a casa, como un caballero. Y vosotros os marcharéis a las vuestras.


—No… —empezó Paula, pero notó que Patricio le clavaba la pistola en las costillas y se interrumpió.


—No es negociable.


—Está bien —dijo Pedro—. Está bien.


Luego, se levantó muy despacio y se dirigió hacia la puerta. Julia y John lo siguieron.


—Ahora, levántate despacio y no hagas ninguna tontería —le advirtió Patricio a Paula.


Ella asintió. Estaba enfadada y se sentía indefensa. Buscó al camarero con la mirada, pero no lo encontró.


Estupendo.


Se dijo que no estaba sola. Tenía a Julia, su mejor amiga. Y tenía a Pedroque haría cualquier cosa por ayudarla.


Estaban llegando a la puerta cuando su camarero apareció.


—Disculpe, señor, se le ha olvidado pagar la cuenta —le dijo a Patricio en voz alta.


Este se puso tenso y se giró.


—Mi novia no se encuentra bien. Vamos un momento fuera a que tome el aire. Ahora vuelvo.


El camarero la miró con escepticismo.


—Que salga con sus amigos mientras usted paga la cuenta —respondió.


Pedro dijo algo a Julia y a John y empezó a abrir la puerta.


Un coro de sirenas inundó el restaurante. A Patricio se le aceleró la respiración.


—Cierra esa puerta y venid aquí —ordenó.


John cerró la puerta y se colocó delante de Julia.


Paula notó que la pistola dejaba de presionarla y oyó un estallido.


—Este restaurante está cerrado —gritó, llevándose a Paula lejos de la puerta y de Pedro, hacia la cocina—. Quien llame a la policía que no se olvide de decirle que tengo un rehén.


Paula miró a Pedro y lo vio salir por la puerta. «No», dijo para sí. «No seas un héroe, Pedro».


Supo que iba a intentar dar la vuelta al restaurante y cortarles el paso por la puerta de atrás.




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