Apareció una hora después, con una bolsa de una floristería en la que había bulbos de primavera y una pequeña placa de metal con la oración del jardinero grabada.
Pedro se emocionó al verla.
—Es un poema de Dorothy Gurney. A mi abuela le encantaba.
Sintió que había una enorme conexión entre aquellas dos mujeres. Había tomado la decisión correcta al llamar a Paula para que lo acompañase en esos duros momentos.
Cavó un agujero en la tierra y ambos guardaron silencio mientras vaciaba la caja en él.
Después, Paula lo ayudó a plantar los bulbos y él tapó el agujero y clavó la placa delante.
La leyó en voz alta con la esperanza de que su abuela pudiese oírlo:
El beso del sol para el perdón.
Canto de los pájaros de la alegría.
Estás más cerca del corazón de Dios en un jardín
Que en cualquier otra parte del mundo.
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