miércoles, 3 de marzo de 2021

UN EXTRAÑO EN LA CAMA: CAPÍTULO 44

 


El mismo instinto que le había hecho volver a casa le dijo que dejase la cámara de fotos en el garaje antes de entrar. Oyó voces en el piso de arriba y agarró el bastón con fuerza al imaginarse a aquel tipo en su dormitorio con Paula. Decidió utilizar el bastón como disfraz, apoyándose en él más de la cuenta y exagerando el cojeo, para parecer débil e inofensivo.


Se dirigió al pie de las escaleras.


—Hola, ya estoy aquí —anunció.


Las voces cesaron y Paula no tardó en aparecer en lo alto de la escalera.


—Pedro, ¿qué estás haciendo en casa? —le preguntó en tono amable, pero frío al mismo tiempo.


—Tengo una cita con la fisioterapeuta y me duele la pierna demasiado para conducir. Me preguntaba si podrías llevarme tú cuando hubieses terminado aquí.


—Esto… yo… —balbució ella.


—Si no te viene mal —añadió él.


—De acuerdo, pero espera a que hayamos terminado.


El supuesto cliente apareció a sus espaldas.


—Hola —lo saludó Pedro en tono amistoso—. Soy el dueño, si tiene alguna pregunta. Nadie conoce la casa como yo.


—Gracias. Es muy bonita —respondió el otro hombre.


—Por supuesto, pero demasiado grande para una persona sola, por eso la vendo.


—Sí. Mi hermana es madre soltera. Sus dos hijos y ella viven conmigo. Por ahora estamos bien. Aunque, por supuesto, cuando yo me case y forme una familia —continuó, mirando a Paula—, aquí habrá espacio para dejarle una habitación a mi hermana en el piso de abajo. Para que todos tengamos intimidad.


Su actitud era amable, pero su mirada, fría, y Pedro tuvo la impresión de que lo estaba estudiando. Conocía la sensación porque él estaba haciendo lo mismo.




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