lunes, 15 de marzo de 2021

TORMENTOSO VERANO: CAPÍTULO 19

 

El corazón le golpeó contra el pecho. Se aseguró que despreciaba por completo lo que él era y ciertamente ninguna parte de su ser sentía deseos de saber lo que sería verse poseída por completo por un hombre como Pedro.


–Lo que ocurrió en el pasado ocurrió, y te sugeriría que serías mucho más feliz si te permitieras seguir adelante con tu vida.


Pau apartó los lascivos pensamientos de su mente y se centró en la voz de Pedro.


–Si tú cuestionabas tanto a tu madre, debiste de causarle un gran dolor no permitiendo que el asunto se olvidara.


La dureza de aquella acusación estuvo a punto de dejar sin palabras a Pau. Tenía que reaccionar para que Pedro no viera lo fácilmente que había encontrado el punto en el que era más vulnerable. Se defendió inmediatamente.


–Mi madre no quería olvidar a mi padre. Ella llevó este colgante hasta el día en el que murió. Nunca dejó de amarlo.


El colgante de oro relucía contra el cuello de Pau. Pedro recordaba perfectamente el día en el que Felipe se lo colocó a la madre de Pau alrededor del cuello.


Había sido allí, en Granada, donde Felipe lo compró para ella. Él se los había encontrado cuando iban de camino hacia la Alhambra, y había dicho que un asunto inesperado lo había llevado a la capital. Habían estado paseando frente a algunas joyerías y, cuando Pedro le contó a Felipe que era el cumpleaños de Ana, él insistió en entrar en una de las tiendas y comprar el colgante para ella.


Pedro sacudió la cabeza para tratar de volver al presente.


–Según tengo entendido, la casa es mía y puedo hacer lo que yo desee con ella –dijo Pau, desafiando a Pedro a que la contradijera.


–Es cierto –afirmó el abogado–, pero dado que la casa era originalmente parte de la finca más emblemática del ducado, es lógico que Pedro se la compre. Después de todo, no creo que usted tenga deseo alguno de hacerse cargo de las responsabilidades de una propiedad así.


–¿Quieres comprarme la casa? –le espetó ella a Pedro.


–Sí. Supongo que te lo habrás imaginado. Como el señor González acaba de decir, la casa pertenecía originalmente a la finca. Si lo que te preocupa es que pueda engañarte en cuanto a su verdadero valor, algo de lo que estoy seguro, dada tu evidente hostilidad hacia mí, te aseguro que no es así. La casa será valorada por un profesional independiente.


Pau se dirigió de nuevo al abogado.


–Quiero ver la casa antes de que se venda. Mi padre vivió allí. Era su hogar. Estoy segura de que se considera natural que yo quiera ir allí a verla.


El abogado pareció incómodo y miró en dirección a Pedro como si estuviera buscando su aprobación.


–La casa me pertenece a mí –le recordó ella–. Si quiero ir allí, no me lo puede impedir nadie.


Se produjo un tenso silencio. Entonces, Paula oyó que Pedro respiraba profundamente.


–Tengo algunos asuntos de los que ocuparme en el castillo, Luis –le dijo él al abogado utilizando su nombre de pila por primera vez–. Yo acompañaré a Paula allí mañana para que ella pueda satisfacer su curiosidad.


El abogado pareció aliviado y agradecido. Entonces, Pedro se puso de pie indicando así que su reunión había terminado ya.


–Nos reuniremos de nuevo dentro de unos días para finalizar este asunto –dijo.





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