Pedro sacó su mochila del maletero del taxi y le pareció que pesaba una tonelada. Tenía los ojos secos, irritados, y le dolía muchísimo la pierna. La niebla había hecho que un viaje de ocho horas se convirtiese en otro de dos días y él nunca había sido capaz de dormirse en un avión, una pena, teniendo en cuenta lo mucho que tenía que viajar.
Pero por fin estaba en casa. O muy cerca de ella.
Se quedó mirándola y sintió una profunda tristeza.
Su abuela ya no estaba allí.
Ni siquiera había podido ir al funeral porque todo había ocurrido de repente. Le habría gustado asistir, no por ella, a su abuela le habría dado igual, sino por él mismo. La había visto unos meses antes y tal vez había estado más frágil.
¿Habría sabido su abuela que su fin estaba cerca y no se lo había dicho?
Negó con la cabeza. No.
Con ochenta y ocho años, su abuela lo había impresionado con su agudeza mental. Lo había reprendido y le había dicho que tenía que darse prisa en casarse y darle bisnietos, antes de que cumpliese los cien. Y él, cómo no, le había respondido con la verdad. Que no se casaría hasta que no encontrase a alguien como ella. Tenía treinta y cinco años y todavía no había ocurrido.
Dudaba que fuese a ocurrir.
Ella se había echado a reír y había comentado que tenía que bajar el listón. Pedro sonrió al recordarlo. No. Era evidente que su abuela no había sabido que iba a morirse.
Se maldijo. Iba a echarla mucho de menos.
Tenía asuntos que tratar y papeles que firmar, pero en esos momentos solo podía pensar en beberse un vaso de agua, darse una ducha bien caliente y dormir.
Dormir del tirón, sin interrupciones, y en una cama de verdad.
Levantó la mochila y recorrió el camino cojeando. Entonces se dio cuenta de que alguien había barrido las escaleras y había puesto plantas nuevas en las jardineras.
Era principios de septiembre y la noche era fresca, pero después de haber pasado cinco semanas en el desierto africano, para él hacía frío.
No supo quién podía haber puesto aquellas plantas ni por qué. Estaba demasiado cansado para intentar averiguarlo. Ya lo haría al día siguiente.
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