Él le dio un beso rápido y siguió a Ana hasta el escenario. Paula y Emma se acercaron más. Rafael estaba hablando por el micrófono y al ver acercarse a Pedro, lo anunció:
–Señoras y señores, es para mí un honor presentarles al hombre que ha ganado este año el premio de la fundación, el señor Pedro Dilson.
Todo el mundo aplaudió mientras Pedro se acercaba al micrófono con la seguridad de un hombre acostumbrado a ser el centro de atención. Le dio la mano a Rafael, pero cuando este fue a entregarle la placa, Pedro negó con la cabeza.
Rafael frunció el ceño, confundido.
–Muchas gracias, señor Cameron, pero me temo que no puedo aceptar el premio.
Se oyeron varios gritos ahogados.
–Como algunos se habrán dado cuenta ya, mi apellido no es Dilson, sino Alfonso. Y, hasta hace unos meses, era el heredero de Industrias Alfonso. Llevo unos meses haciéndome pasar por Pedro Dilson, un peón analfabeto de rancho, con el objetivo de infiltrarme en la fundación y desacreditar tanto a esta como a su fundador, Rafael Cameron.
La gente empezó a hablar y Rafael intentó acercarse a él, pero Pedro lo detuvo.
–Por favor, deje que me explique.
La multitud se quedó en silencio.
–Cuando me enteré de que la empresa de mi padre había sido comprada por Empresas Cameron a través de una OPA hostil, me quedé muy preocupado. Cualquiera que conozca a nuestras familias sabe cuál es su historia. Entonces empecé a oír rumores de que el señor Cameron pretendía dividir la empresa y venderla al mejor postor, lo que devastaría la economía de Vista del Mar. La empresa lleva varias generaciones en la ciudad y yo me sentí responsable del fracaso al haber rechazado ocupar el puesto de mi padre en ella. Por eso decidí descubrir a Rafael Cameron, para que la ciudad tuviese otra oportunidad, y la manera de hacerlo fue a través de la fundación.
Paula vio a Pedro clavar la vista en la audiencia y, concretamente, en Roman Alfonso, su padre, que estaba al lado de Emma. La mirada de ambos era de dolor.
Paula había oído decir que Roman Alfonso tenía un hijo con el que no mantenía ninguna relación, pero jamás habría imaginado que se tratara de Pedro.
–Lo hice por los habitantes de Vista del Mar, y por los empleados de la fábrica, pero también me he dado cuenta de que lo hice, sobre todo, por mí. Porque me sentía culpable por haber abandonado a mi familia.
A su lado, Emma se limpió los ojos y su padre le puso un brazo alrededor de los hombros.
–He pasado los cuatro últimos meses investigando la fundación y estoy aquí para informaros de que su gestión es cien por cien legal. El servicio que ofrece a la comunidad es irreprochable. Y por eso esta noche voy a hacer una importante donación y espero que ustedes hagan lo mismo –Pedro se giró a mirar a Rafael–. Espero que Rafael, Ana y el profesor que tanto tiempo ha pasado conmigo me perdonen por esto. También quiero disculparme ante mi familia por… demasiadas cosas para decirlas aquí.
Entonces miró a Paula.
–Y a Paula Chaves, que es además la mujer que ha organizado este acto, quiero decirle que la quiero. Que sé que lo he estropeado todo y que no tengo derecho a pedirte esto, pero que espero que me des otra oportunidad.
Paula notó que se le llenaban los ojos de lágrimas.
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