miércoles, 18 de noviembre de 2020

VERDADERO AMOR: CAPÍTULO 24

 

A mediodía, la señora Lavender dijo que se iba a sentar a su banco habitual para atormentar a Boyd Longbottom. A las doce y cuarto, Pedro cruzó la calle corriendo para ir a la panadería. Al volver, se paró ante el escaparate para ver los nuevos libros. Paula estaba detrás de una estantería y lo vio.


«Date la vuelta y vete», se dijo, pero su cuerpo se negó a obedecer las órdenes del cerebro. «Cierra al menos los ojos». Tampoco obedeció esa orden. Recordó que Pedro y ella intercambiaban sus dibujos y los alababan o criticaban o sugerían formas de mejorarlos. ¿Le gustaría a Pedro el nuevo escaparate? No lo sabía.


Él no alzó la vista para buscarla en el interior. Al final se marchó. La opresión en el pecho de Pau cedió, pero nada pudo llenar el vacío que la invadió.


Después de las tres y media sonó el teléfono. Paula se abalanzó a responder, contenta de dejar de pensar en que Melly no estaba allí. Ni lo estaría al siguiente… ni ningún otro. No sabía por qué se sentía sola, pero así era.


—Hola —la voz de su socio la saludó al otro lado de la línea—. ¿Cómo estás?


—¡Marcos! —sonrió—. Ahora que estoy hablando contigo, mejor. ¿Cómo están Bonnie y los niños?


—Te mandan un beso. Dime, ¿te han recibido en el pueblo con los brazos abiertos?


—Sí y no. El negocio podía ir mucho mejor, pero la gente de aquí no viene a comprar.


—¿Te lo están poniendo difícil?


—Corre el rumor de que soy traficante de drogas.


—¿Qué? —la carcajada que soltó Marcos la animó—. ¿Tú? ¿Con tu historial sin mancha? Supongo que el rumor será una maravilla para el negocio.


—Por supuesto.


—Oye, tengo un trabajo para ti, y tengo un plan.


La sonrisa de Paula se hizo más ancha mientras lo escuchaba.



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