jueves, 26 de noviembre de 2020

VENGANZA: CAPITULO 4

 


¡Paula le había dado plantón!


Y ni siquiera se había molestado en decírselo ella misma. Le había dejado el recado a su compañera de camerino. La rabia que había sentido al saber que Paula Chaves estaba en Strathmos, viviendo y trabajando en uno de sus hoteles, lo abrumó de nuevo.


Paula decía haber perdido la memoria. ¿Cómo había ocurrido y qué tenía eso que ver con él? ¿Y por qué había vuelto a la isla?


Pedro miró hacia el escenario, el escote del vestido impreso en su memoria. No quería aceptar que no había dejado de pensar en ella desde que la vio en la playa. Y ahora Paula lo dejaba plantado deliberadamente…


Furioso, se levantó, abandonando en la mesa la botella de Bollinger que había pedido, ya que a Paula siempre le había gustado el champán, y fue a buscarla.


Pero no estaba en su camerino. Y tampoco estaba en el bar. Ni en la plaza que daba entrada al teatro.


Pero cuando iba a entrar de nuevo, vio una solitaria figura dirigiéndose a la playa…


Inclinando los hombros para neutralizar la fuerza del viento que se había levantado, Pedro aceleró el paso. Con ese pelo rojo era fácil localizar a Paula Chaves aunque fuese en vaqueros.


—Si le doy una orden a un empleado, espero que sea obedecida —le dijo, cuando llegó a su lado.


Paula se dio la vuelta.


—Pensé que era una invitación. Una que yo no había aceptado, por cierto.


—Ni rechazado.


—Dame una buena razón para que tome una copa contigo.


Él parpadeo. Normalmente, las mujeres no dudaban en aceptar su invitación. De hecho, incluso se colaban en fiestas para verlo.


—Porque quiero hablar contigo.


—¿De qué? —preguntó Paula.


—De esa supuesta pérdida de memoria.


—No es verdad. Me habías invitado a una copa antes de saberlo.


Era cierto. Lo que Pedro quería saber era por qué había ido a Strathmos. Tenía que ser por algo más que por el dinero. El instinto le decía que tenía algo que ver con esa supuesta amnesia. No quería admitir que le tocaba el orgullo que no se acordase de él.


¿O sería una trampa? ¿Sería la amnesia una mentira para no tener que enfrentarse con su traición? ¿O un último esfuerzo por hacer que se interesase por ella de nuevo?


—¿Has olvidado que coqueteaste con todos los hombres que se cruzaban contigo, tuvieran dieciocho u ochenta años, en el Baile de la Rosa? ¿No recuerdas lo que hubo entre nosotros?


—¿Tan difícil te resulta aceptar eso? Tengo amnesia.


—Ah, qué conveniente.


Paula intentó decir algo, pero no le respondía la voz. De modo que se encogió de hombros.


—¿Qué tipo de amnesia?


—¿Eso importa? El hecho es que no puedo recordar nada de lo que pasó hace tres años. Es sólo… un borrón.


—Eso explica que hayas tenido la poca vergüenza de volver.


—No es fácil para mí estar aquí, te lo aseguro. Pero tengo que averiguar cosas sobre mi vida. Cómo era antes… Es muy raro, porque recuerdo muchas cosas de antes de conocerte. Casi todo, creo. Y sé lo que pasó… después. Es el tiempo que estuvimos juntos lo que no recuerdo.


—¿Y como ha pasado eso? ¿Tuviste un accidente, te diste un golpe en la cabeza? ¿Qué han dicho los médicos? ¿Saben si algún día recuperarás la memoria?


—No lo sé y no quiero hablar de ello —contestó Paula—. Me molesta.


Pedro dejó escapar un suspiro.


—Sí, lo entiendo. Debe de dar un poco de miedo.


No tanto como él. Incluso cuando se mostraba amable, como ahora, daba una sensación de… peligro.


Paula sintió un escalofrío. Pedro no seguiría siendo amable mucho tiempo. Era un hombre duro, decidido, despiadado. Un hombre que trabajaba como nadie, una leyenda.


—Cena conmigo.


La inesperada invitación sorprendió a Paula.


—No sé…


—¿Por qué no? ¿Tanto miedo te doy?


—No me asustas en absoluto —contestó ella.


—Pues demuéstralo cenando conmigo.


Un reto. Qué infantil. La oscura intensidad de su mirada le dijo que no estaba preparada para cenar con él, pero no tenía elección si quería averiguar todo lo que se había propuesto averiguar.


—No, esta noche. Es muy tarde.


Él iba a decir algo cuando sonó su móvil. Pedro murmuró una disculpa mientras lo sacaba del bolsillo y empezó a hablar en griego…


—¿Mañana por la noche? —le preguntó, después de colgar.


—Muy bien, mañana cenaré contigo —asintió Paula.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario