lunes, 9 de noviembre de 2020

CORAZON SOLITARIO: CAPÍTULO 48

 


Paula apartó la taza del brazo del sillón cuando la señora Pengilly empezó a quedarse dormida. En ese momento sonó el timbre y, después de comprobar que su invitada no se había despertado, se acercó a la puerta intentando no hacer ruido.


Martin y Francisco estaban en el porche con cara de pocos amigos.


—Has cambiado la cerradura.


—Como no me habéis dejado una llave de la cerradura nueva, he tenido que cambiarla. ¿Qué otra cosa podía hacer?


—Podías haber avisado —respondió Francisco, entrando sin esperar invitación.


—No puedo dejar un sitio como Geraldine's Gardens abierto. Y yo tengo cosas que hacer.


—Pero…


—¿Sí?


—Tenemos buenas noticias —dijo Martin.


—¿Buenas noticias? Ah, qué bien, a mí me encantan las buenas noticias. Pero será mejor que paséis al salón. La señora Pengilly está durmiendo en el cuarto de estar…


—¿Qué hace aquí?


—Es mi amiga. Eso es lo que hace aquí. ¿Algún problema?


—No, no.


Martin y Francisco intercambiaron una mirada y a Paula se le encogió el corazón. Sabía que no iban a gustarle esas buenas noticias.




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