domingo, 5 de julio de 2020

A TODO RIESGO: CAPITULO 68




Pedro bajó del coche. Ya casi había oscurecido, pero afortunadamente Paula no estaba sola. La camioneta del carpintero estaba aparcada en el sendero de entrada, al lado del coche patrulla de Lautaro Collier.


—Ya estoy aquí —gritó nada más abrir la puerta. Esperó una respuesta, pero la casa se hallaba sumida en un absoluto silencio. Probablemente Paula estaría descansando en su dormitorio, pero… ¿dónde estaba Lautaro Collier?


La contestación a esa pregunta le estalló en la cara cuando entró en la cocina y lo vio doblado sobre la mesa, con los brazos colgando y el cuerpo desmadejado. Tenía una cuerda anudada alrededor del cuello. Con el corazón latiéndole a toda velocidad, sacó su pistola y empezó a subir las escaleras a la carrera.


—¡Paula, Paula! —su propia voz resonaba en sus oídos, desgarrada por el pánico. El carpintero. Mateo Cox. ¿Él también estaba muerto o sería el otro heredero de los Sellers?


Fue de habitación en habitación, buscando, medio esperando que Mateo le saltara encima desde detrás de cada puerta cerrada. Pero lo único que encontró fueron habitaciones vacías y un horror creciente. No podía haber llegado demasiado tarde.


Una ráfaga de aire frío le azotó el rostro cuando pasó al lado de la escalera que subía hacia la cúpula. Alzó la mirada. Sí, la puerta estaba abierta.


Voló escaleras arriba, obligándose a creer que Paula estaba allí, indemne, esperándolo. Ya casi había llegado a lo alto cuando la oyó gritar: un horrible chillido que le destrozó los nervios acabando con sus últimos restos de autocontrol.


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