miércoles, 1 de julio de 2020
A TODO RIESGO: CAPITULO 54
Pedro cortó la comunicación y fue a buscar a Paula. La encontró en el salón familiar, hojeando una revista, y nada más verla el corazón le dio un vuelco en el pecho. Había tomado una ducha mientras él trabajaba. Con el pelo húmedo y peinado hacia atrás tenía un aspecto fresco y sano, pero sus ojeras y el gesto tenso de sus labios evidenciaban la dura prueba que estaba soportando.
—Hace unos minutos he recibido una llamada de mi supervisor —le dijo, con las manos en los bolsillos de los vaqueros.
—Qué raro, un domingo por la noche… ¿malas noticias?
—Sí y no. Te dije que un laboratorio estaba revisando los materiales encontrados en el lugar de la explosión.
—¿Y han encontrado algo?
—El informe no ofrece ninguna conclusión.
—Supongo que eso no significará que solamente fue un trágico accidente, como al principio habían pensado las autoridades locales…
—No, solo significa que si fue una bomba, fue colocada estratégicamente y tenía la suficiente potencia para destruir cualquier prueba.
—Casi me alegro de no tener esa certeza. Me resulta más fácil aceptar que Juana murió en un accidente, y que no fue deliberadamente asesinada. Además, aunque Marcos Caraway fuera responsable de esa explosión, no tiene por qué estar detrás de los atentados que he sufrido yo.
—Todavía no puedo descartar del todo que la explosión y los atentados contra tu vida no estén relacionados.
—Yo también he pensado sobre eso, Pedro. Constantemente. No tenemos una sola evidencia a favor de esa hipótesis. Incluso tu superior debe de pensar eso, porque si no fuera así no estaría dispuesto a cerrar el caso y a sacar al FBI del asunto.
Sabía que Paula le estaba pidiendo respuestas claras y precisas, pero no podía dárselas.
Resolver crímenes dependía tanto de la intuición, y de las corazonadas, como de los hechos probados.
—¿Qué es lo que quieres de mí, Pedro? Ya te he contado cada detalle de mi vida.
—Háblame de Juana.
—Era la persona más dulce del mundo. Todo el mundo que la conocía la admiraba, no solo por su buen carácter, sino por la manera que tenía de soportar las complicaciones de la diabetes sin quejarse. No tenía enemigos.
—Durante los últimos años tuvisteis muy poco contacto. Tal vez sucedió algo que tú no sabías.
—Desde que acepté su propuesta del bebé, hablábamos por lo menos vez una vez a la semana.
—Ya, pero… ¿y antes? Antes de que se casara con Benjamin. ¿Alguna vez te habló de algún amante que pudiera estar molesto por su relación con Benjamin?
—Estuvieron casados durante tres años. Nadie podría alimentar ese rencor durante tanto tiempo.
—No te creas —no pensaba contarle las habituales historias de horror de hombres desquiciados por el despecho y el rencor, que esperaban durante años hasta consumar su venganza. Los resultados eran demasiado horribles para poder explicarlos con palabras.
Aun así, la mayoría de las personas sobrevivían a la ruptura de sus relaciones sin padecer serios trastornos por ello.
—¿Y una aventura? ¿Juana te mencionó alguna, quizá algún compañero de trabajo que se sintiera atraído por ella?
—Estaba enamorada de Benjamin casi desde su primera cita. Hablaba constantemente de él. De él y de la familia numerosa que querían formar. Qué ironía.
—¿No le quedaba ningún pariente?
—Ninguno, que yo sepa. Y si lo tenía, no debía de ser lo suficientemente cercano para asistir al funeral. Y desde luego nadie que diera un paso adelante para ofrecerse a hacerse cargo de su bebé cuando naciera.
Se dijo que Paula tenía razón. No había motivo alguno para pensar que todo aquello pudiera estar relacionado con Juana y con su bebé, pero aun así no podía dejar de sospecharlo. Era una corazonada. Tal vez porque si abandonaba aquella hipótesis, ya no le quedaría ninguna a la que aferrarse.
Pero si Juana había sido el objetivo de aquella explosión, entonces su asesino podía haber descubierto la existencia del bebé de la misma manera que lo había hecho Pedro. Una información conseguida a través de una de las vecinas. El allanamiento de una clínica y el acceso a sus archivos, llevándose unas cuantas drogas para simular que se trataba de un robo.
O tal vez todo había sido una coincidencia. Las respuestas estaban ahí: solo tenía que encontrarlas. Y rápido. Antes de que el asesino atacara de nuevo. Le había prometido a Paula que la mantendría a salvo… pero las apuestas estaban a favor de aquel loco.
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