miércoles, 10 de junio de 2020

MAS QUE AMIGOS: CAPITULO 45




Si Pedro ofreció alguna respuesta a su «Nos vemos», Paula no la oyó por encima del caos emocional que reinaba en su interior; pero sintió sus ojos en ella todo el trayecto hasta la salida.


—¿Qué pasa? —preguntó Eugenia.


—Nada.


—Entonces, ¿qué prisa tienes y por qué me aprietas con tanta fuerza el codo, como si quisieras cortarme la circulación?


—Lo siento —la soltó.


—De acuerdo... ¿qué pasa entre Pedro y tú?


—Nada.


—Vamos, Paula. Estás hablando conmigo. Sé cuando te sientes molesta. Y la tensión que había entre ustedes dos no me la he imaginado.


—Muy bien —sonrió al tiempo que soltaba un suspiro resignado—. Tienes razón, estoy molesta... Ivan Carey estuvo alojado en la isla.


—¡Santo cielo! —Eugenia quedó boquiabierta—. Bromeas, ¿verdad?


—No. Ivan y su recién adquirida esposa estuvieron allí. A propósito, gracias por venir a recogerme. Invito yo la comida china de camino a casa.


—Buen intento, pero olvida la comida —dijo Eugenia—. Sólo quiero que me cuentes lo que
sucedió en Illusion. Todo. Repito... ¿qué pasa entre Pedro y tú?


—Ya te lo he dicho... nada.


—Exacto. Así que empieza a contarme algo.


—Euge, no hay nada que contar. De verdad. Ningún drama; la situación se hizo un poco
incómoda cuando apareció Ivan.


—¿Por qué?


—¿Por qué, qué? ¿Por qué fue Ivan allí?


—¿Por qué la incomodidad?


—¡Dios, Euge! ¿Tú por qué crees? —espetó, decidiendo que hacerse la ofendida era lo mejor en vista de su tenaz curiosidad—. No resultó muy fácil estar en la misma isla en esas circunstancias. Y, si no lo has olvidado, Pedro no se alegró mucho cuando le conté lo que sentía por Ivan. Al tenerlos en la isla, no dejó de recordarme que estaban casados y que yo había ido a trabajar. Imagino que si percibiste tensión entre nosotros es porque me molestó que me tratara como a una especie de muñeca poco seria —Paula se felicitó por su respuesta sincera, pero ambigua, aunque cuando la expresión de Euge sugirió que no estaba del todo convencida, añadió—: Y tampoco ayudó que la última esposa de sir Frank haya sido una antigua amante de Pedro.


—¡Qué me aspen!


—¡Sí! Estábamos todos. Te lo aseguro, Euge, Pedro y yo no hemos hecho otra cosa que andar de puntillas; ¿es de extrañar que estemos un poco tensos? No resultó fácil concentrarse en las negociaciones cuando ambos nos veíamos constantemente enfrentados con nuestro pasado emocional.


—Cielos, Paula, no me sorprende que tengas ojeras. Apuesto que te alegra que todo haya terminado.


—Sí... —ahí se acabó ceñirse a la verdad.




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