viernes, 24 de abril de 2020

CITA SORPRESA: CAPITULO 28





–¿Seguro que es buena idea, Paula? –Isabel y Paola la estaban interrogando.


–Ganar dinero siempre es buena idea, ¿no? –replicó ella, desafiante.


–Sí, pero hay maneras más fáciles de ganar dinero que fingirte enamorada de tu jefe.


–No sé yo...


No quería decirles que el asunto iba a ser mucho más complicado. Iba a tener que aparentar estar enamorada de su jefe mientras fingía no estarlo. Pero mejor no decir nada. No quería que Isabel le soltara el consabido: «Ya te lo advertí».


–Es mejor que trabajar en una oficina –insistió Paula–. Y Pedro va a pagarme más por... en fin,
por el teatro. Además, Ariana me cae muy bien y Derek no tendrá que quedarse solo durante el
día.


–Ah, bueno, claro, mientras el perro esté contento... –rió Isabel.


–De verdad, no pasa nada. No sé por qué os ponéis así. Sólo es un trabajo.


–¿Es un trabajo acostarte con tu jefe?


–Nadie va a acostarse con nadie –replicó Paula–. Dormiré sola.


Paola la miró, sorprendida.


–¿Y su hermana va a creer que estáis prometidos y dormís separados?


–Bueno, podemos decir que no nos parece apropiado... por Ariana.


Isabel puso cara de desorientada.


–A ver... me he perdido. ¿En qué siglo estamos?


–Da igual. Compartiremos habitación los días que Estela esté en Londres. ¿Y qué pasa?


–No queremos que acabes con el corazón roto, cariño –suspiró Paola.


–No voy a hacer ninguna tontería.


Era demasiado tarde, en realidad. Aunque no pensaba confesárselo a sus amigas.


Pedro sigue enamorado de Ana. Y aunque no fuera así, somos completamente diferentes.
Él es mucho mayor, tiene más experiencia, su vida es muy diferente de la mía...


Todo cierto. Pero lo amaba de todas formas. Lo amaba. No podía engañarse a sí misma.


Paula miró a sus amigas, preguntándose cómo no se daban cuenta de que se sentía diferente.


Enamorarse de Pedro había puesto su vida patas arriba. Y le daba igual arriesgarse a terminar con el corazón roto si tenía la oportunidad de pasar algún tiempo con él.


–No tengo por qué encariñarme ni con él, ni con la niña ni con el perro –siguió mintiendo–. Pero la verdad es que ahora mismo tampoco tengo nada más. Es eso o quedarme en casa esperando que suene el teléfono. Francamente, prefiero ganar dinero por vivir cómodamente en una casa en Wimbledon.


Paola no parecía muy convencida.


–Es muy fácil dejarse llevar en situaciones así. Y yo lo sé muy bien.


–Sí, desde luego. Tú eres la última que debería dar consejos. Mira lo que pasó con Gabriel y
vuestro falso compromiso –rió Isabel.


Pedro no es como Gabriel. Y sólo digo que debes tener cuidado. Nada más.


Demasiado tarde, pensó Paula. Lo único que podía hacer era disfrutar del tiempo que tuviera
para estar con Pedro.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario