lunes, 20 de abril de 2020

CITA SORPRESA: CAPITULO 15




–No creo que hoy vaya a ganar el premio a la secretaria mejor vestida –suspiró Paula.


–No te pareces a Alicia –comentó Ariana.


–Eso me dice tu padre casi todos los días.


–A mí no me gusta Alicia –dijo Ariana entonces–. Me habla como a una niña pequeña. Y es muy cursi con mi padre.


–¿En serio?


–Sí, le habla así con una voz...


–¿Y tu padre también se pone cursi con ella? –preguntó Paula sin poder evitarlo.


La niña se encogió de hombros.


–No lo sé. Espero que no. Yo no quiero una madrastra. Rosa es un poco rollo, pero la prefiero a ella antes que a Alicia.


–¿Quién es Rosa?


–El ama de llaves.


Pobre Alicia, pensó Paula. No le gustaría estar en su pellejo.


Diez minutos después, Derek estaba debajo de su escritorio, tumbado sobre el periódico.


–Es más rico... –murmuró Ariana–. Ojalá pudiera quedármelo. ¿Tú crees que mi padre me
dejará?


Paula pensó que la respuesta era «no», pero mejor que se lo dijera Pedro personalmente.


–Tendrás que preguntárselo a él. Y yo que tú esperaría a que estuviese de mejor humor.


Pedro apareció entonces con la misma expresión sombría de antes.


–Ariana, puedes ir a sentarte en recepción si quieres. Sé que te gusta hablar con la recepcionista.


–Sólo cuando Alicia está aquí –contestó la niña–. Ademas, Paula me ha dicho que puedo
cuidar de Derek.


–Sí, bueno... yo tengo que hablar con Paula un momento.


–No la molestaré –insistió Ariana–. Yo cuidaré de Derek y así ella podrá trabajar. No te importa, ¿verdad, Paula?


–Claro que no.


–No es a Paula a quien debe importarle –intervino Pedro, impaciente–. Ven a mi despacho... si has terminado de convertir mi oficina en un albergue para perros abandonados, claro.


–Voy, voy –murmuró ella, sabiendo lo que la esperaba.


–¿Te importaría explicarme qué demonios está pasando aquí? –le espetó Pedro en cuanto cerró
la puerta.


Paula se preguntó si debía quedarse de pie con las manos a la espalda, como si estuviera
hablando con el director del instituto. Pero decidió sentarse.


–No pasa nada. No quería llegar tarde, pero ya has visto a ese pobre perrito... alguien debió
de aburrirse de él y lo abandonó. Es que no entiendo cómo la gente puede ser tan cruel...


–Paula, no me interesa –la interrumpió Pedro–. Tengo una empresa que dirigir, por si no te has
dado cuenta. Hemos perdido media mañana con ese perro...


–Ariana está muy contenta cuidando de Derek, así que yo creo que ha sido providencial –lo
interrumpió ella, tomando el cuaderno–. Bueno, podemos empezar cuando quieras.



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