jueves, 26 de marzo de 2020
RECUERDAME: CAPITULO 2
Amnesia retrógrada, amnesia psicogénica, amnesia histérica... términos que no habían significado nada para Pedro un mes antes, pero con los que se había familiarizado en ese tiempo.
—¿Está diciendo que su amnesia es psicológica en lugar de fisiológica?
—Eso parece —contestó el doctor Peruzzi—. Pero la buena noticia es que, le pongamos la etiqueta que le pongamos, es una condición que rara vez resulta permanente. Con el tiempo, es prácticamente seguro que su esposa recuperará
la memoria.
—¿Cuánto tiempo?
—Eso no podemos predecirlo. Podría recordarlo todo en cuanto volviese a un sitio que le resultase familiar, pero seguramente tardará días o incluso semanas, con recuerdos o retazos de recuerdos volviendo poco a poco. Lo que debe usted entender es que no va a ganar nada intentando forzarla a recordar eso que, por la razón que sea, no puede recordar. Hacerlo sería en detrimento de su bienestar. Y eso, signor Alfonso, me lleva a lo más importante de esta conversación: nosotros ya hemos hecho nuestra parte. Ahora usted debe hacer la suya.
—¿Cómo?
Cómo. Esa palabra lo había perseguido durante un mes, suplicando respuestas que nadie podía darle. ¿Cómo había podido no darse cuenta del descontento de Paula? ¿Cómo, después de todo lo que se habían prometido el uno al otro, podría ella haber buscado a otro hombre? ¿Cómo había demostrado tan poca fe en él, su marido?
—La paciencia es la clave. Puede llevársela a casa, pero no debe exponerla inmediatamente a los extraños. Debe hacer que se sienta segura y a salvo con usted.
—¿Cómo voy a hacer eso si ni siquiera se acuerda de mí?
—Cuando se haya recuperado un poco le explicaremos quién es usted. No tenemos más remedio que hacerlo porque debe saber que no está sola en el mundo. Pero ha perdido un año de su vida, algo aterrador para cualquiera. Hágala ver que le importa la persona que ella recuerda ser. Y luego, cuando tenga un poco más de confianza, vaya presentándole poco a poco al resto de los miembros de la familia.
—El resto de mi familia incluye a nuestro hijo de diecisiete meses. ¿Qué sugiere que haga con él mientras tanto? ¿Debo decirle que es hijo de la cocinera?
—El sentimiento de culpa al descubrir que tiene un hijo al que no recuerda podría dejarle cicatrices emocionales permanentes. Este asunto es el más delicado de todos porque va contra la naturaleza de una mujer haber olvidado que tuvo un hijo.
—Ya veo.
Y era cierto, lo veía: Paula había despertado del coma, pero no estaba curada.
—¿Alguna cosa más?
—Sí —respondió el neurólogo—. Por el momento, no espere que Paula sea nada más que su esposa de nombre. La intimidad con un hombre que aunque sea su marido para ella es un completo extraño es una complicación que debemos evitar a toda costa.
Fantástico. No podían hacer uso de la única cosa que entre ellos había funcionado siempre. Y, además, tendría que enviar a Sebastian a vivir con su hermana.
—¿Puedo hacer algo más, aparte de dormir en
otra habitación y enviar a mi hijo a algún otro sitio?
—Desde luego que sí —contestó Peruzzi— Su mujer ha perdido la memoria no el intelecto, de modo que le hará preguntas. Conteste honradamente, pero no elabore las respuestas y, sobre todo, no intente apresurarla. Piense en cada dato que le revele como un trazo en el lienzo vacío de su memoria. Cuando haya colocado suficientes trazos, ella empezará a rellenar el resto por sí misma.
—¿Y si no le gusta lo que vaya descubriendo?
—Entonces será imperativo que usted, signor Alfonso, siga apoyándola. Paula debe saber que puede confiar en usted, haya ocurrido lo que haya ocurrido en el pasado. ¿Puede hacer eso?
—Sí —contestó él—. Mientras tanto, ¿puedo visitarla?
—No puedo prohibírselo, pero le sugiero que no lo haga. Ahora mismo lo importante es que se recupere físicamente y su aparición sólo serviría para comprometer esa recuperación.
—Entiendo —murmuró Pedro—. Y le agradezco mucho que me haya llamado.
—Ojalá tuviese tan buenas noticias para todos mis pacientes —suspiró el médico—. Volveré a llamarlo cuando Paula esté preparada para volver a casa. Mientras tanto, puede llamarme cuando quiera para pedir información sobre los progresos de su esposa. A mí o a cualquiera del equipo. Ciao, signor Alfonso, y buena suerte.
—Grazie e ciao.
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