jueves, 27 de febrero de 2020

LUZ, CAMARA Y... BESO: CAPITULO 31





—¿Hablas en serio?


La voz de Brian se escuchó entre todas las demás. Emocionado, le dio un enorme abrazo a Paula. Todos se volvieron entre risas y murmullos de felicitación.


—Sí, estamos nominados para los premios ATA —anunció Pedro—. Podéis estar orgullosos. Ha sido un verdadero trabajo de equipo.


Paula sonrió a Pedro y se sintió por fin tranquila. 


Haber conocido a Constanza le había hecho comprender muchas cosas. Si Pedro no era capaz de mirarla como Brian miraba a Constanza, no era culpa de él. Así eran las cosas.


Lo que no había podido pensar era una forma de empezar a poner otra vez las cosas en su sitio y calmar las aguas.


La nominación a los premios ATA le daba una oportunidad.


—Recibiremos a un grupo de periodistas en unos días —continuó Pedro—. Vendrán a hacer una especie de reportaje. Todo el mundo está interesado en el rodaje.


No era del todo verdad, pero si conseguía salirse con la suya, sí lo sería.


Dejó al grupo hablando y celebrando la noticia y se retiró a un extremo. Paula decidió que aquélla era una buena ocasión.


—Felicidades, Pedro. Debes de estar muy contento.


—Si la cadena está contenta, yo también lo estoy —replicó él dándose la vuelta lentamente con el corazón agitado.


—Pues no pareces muy contento, la verdad —dijo Paula.


—Bueno… Hubiera preferido que nos lo hubiéramos ganado al viejo estilo, por el buen trabajo que creo que estamos haciendo, y no por la química que hay entre Maddox y tú. La serie tiene cualidades de sobra por sí misma.


—Puede que a la gente le guste por ambas cosas, ¿no crees? Además, no hace daño a nadie.


—¿Eso crees?


¿Por qué no era capaz de mirarla a los ojos? Paula no se dio por vencida e intentó avanzar un poco más en el camino que se había trazado para establecer una relación de amistad con Pedro.


—Tienes que relajarte un poco, Pedro.


—Cómo has cambiado de opinión —dijo Pedro—. Hace una semana detestabas la publicidad y no podías ni mirar a la prensa.


Paula no había cambiado de opinión, pero la promesa que le había hecho a Constanza le obligaba a enfocar ese asunto de otra manera.


—He pensado que lo mejor es acostumbrarse. Sé lo importante que es para la serie. Y para ti.


—¿Para mí? —preguntó él desconcertado.


—Para ti el éxito es muy importante, quiero decir… este tipo de éxitos. Si Brian y yo podemos ayudar en eso… ¿Por qué no utilizarlo?


Pedro la tomó del brazo sin previo aviso y la llevó un poco más lejos de la gente, ocultándola detrás de una enorme planta.


—¿No puedes dejar de ser tan políticamente correcta?


Pedro, no me importa…


—Oh, por el amor de Dios… ¿Me estás diciendo que no te importa que tu cara salga en las portadas de todos los periódicos? ¿Qué se airee tu relación con Maddox?


—No hay ninguna relación —respondió Paula, que estaba empezando a cansarse de estar a la defensiva, justificando sus acciones.


—Lo que sea que pase entre tú y él.


—No hay nada, Pedro


—¿Nada? ¿Debo pensar entonces que tienes por costumbre ir besando por ahí al primero que se cruza contigo? Bueno… Ahora que lo pienso… Sí, debe de ser eso. A mí me besaste no hace mucho tiempo. ¿Debo poner sobre aviso a la sección masculina del equipo?


—Eso fue algo diferente —dijo Paula sonrojándose.


—¿Por qué? ¿Por ese trauma de la infancia? Vamos, Paula… Ya es hora de cambiar el disco.


—¡No ridiculices lo que siento! —exclamó ella dolida.


—No lo entiendo… —dijo Pedro pasándose la mano por el pelo—. Deberías enfadarte conmigo, pero, sin embargo, ahí estás, intentando arreglar las cosas, intentando hacerme sentir mejor. ¿Por qué?


No podía responder con sinceridad a aquella pregunta en aquel momento.


—Porque eres mi amigo, Pedro. Y los amigos cuidan los unos de los otros.


—Paula, déjame darte un consejo. Si quieres ganarte la vida en esta profesión, no puedes dejar que la gente te trate de esta manera.


—Eso es lo que no acabas de comprender, Pedro. No quiero ganarme la vida de esta manera, y no tengo la menor intención de dejar que nadie me humille —dijo Paula—. Hago todo esto por alguien a quien aprecio, aunque no me guste el hombre en que te has convertido. Fuiste una parte importante de mi familia, ocupaste un lugar crucial en mi vida —continuó, bajando la voz—. Si el que me vean en público con Brian os ayuda a ti y a él, mientras pueda soportarlo, lo seguiré haciendo. ¿Por qué no? Eso es lo que una amiga de verdad haría. Tal vez llevas tanto tiempo solo que has olvidado el significado de la palabra «lealtad».


Los ojos de Pedro estaban llenos de dolor, de confusión y de furia.


—Cualquier cosa que necesites, si está en mi mano, yo estaré ahí para ayudarte.


—¿Por qué, Paula?


«Porque te quiero», se dijo ella para sí.


—Soy así, Dan. Puede que no sea la mejor en esto, pero no dejaré de ser quien soy. Estoy orgullosa de ser como soy, y nadie cambiará eso.


Paula le miró a los ojos altiva.


—Ni siquiera tú.




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