miércoles, 11 de diciembre de 2019

SECRETOS DE AMOR: CAPITULO 54




Pedro se había empeñado en que cenara en casa de sus padres el día de Navidad y, aunque estaba nerviosa, Paula tuvo que reconocer que eran encantadores. Katharine y Lionel Alfonso la recibieron con los brazos abiertos, como si fuera una vieja amiga... o la novia de su hijo.


Paula no sabía qué pensar. Además, Pedro se portaba de una forma tan cariñosa. Era tan atento con ella...


Lo pasó muy bien durante la cena, aunque se sentía un poco triste por no estar con Maia, que estaba pasando la noche con su padre.


Pero al día siguiente, todas sus pesadillas se hicieron realidad. Pedro la llevó a casa de Luisa a recoger a Maia. Leo estaba esperándola con la niña en el porche de la casa y le dijo que estaba harto de Luisa.


-Menuda cena de Navidad. Maia vomitando cada cinco minutos...


-¿Qué le diste de comer?


-Yo qué sé, algo que preparó Luisa. Y luego sus padres, que están sordos... Mira, estoy harto de ella. Ahora quiere hacerse la fecundación in vitro. Está empeñada, pero yo me niego a echar mi esperma en un tubito.


Si no fuera tan patético, Paula se habría puesto a reír. Pero su ex marido era patético. ¿Qué había visto en él?, se preguntó. ¿Cómo podía haber sido tan ingenua?


-Unos compañeros de trabajo han abierto un bar en España y creo que voy a desaparecer durante un tiempo.


-Me parece muy bien. Pero no vas a llevarte a Maia.


-No, no. he decidido que está mejor contigo - suspiró Leo-. Esto de ser padre no es tan fácil como yo pensaba.


-Lo comprendo -murmuró ella.


-Bueno, me voy, te mandaré una postal...


-No, vas a hacer algo más que eso. Quiero que firmes un documento renunciando a la custodia de Maia.


-¿Qué?


-Te aseguro que podrás verla cuando quieras, pero necesito que firmes ese papel, Leo-. insistió Paula.


-¿Y si no estoy de acuerdo?


-Entonces me encargaré de que tus acreedores sepan que estás en España.


Mientras bajaba los escalones, Leo la empujó, como por accidente, y Paula tuvo que agarrarse a la pared.


-Perdona.


-Lo has hecho a propósito. Y no vuelvas a hacerlo. Leo. No vuelvas a tocarme un
pelo o te denunciaré a la policía. Esto se ha terminado. Los «accidentes se han terminado. No voy a permitir que vuelvas a hacerme daño nunca más -dijo Paula, fulminándolo con la mirada-. Ya no soy una niña. Ya no puedes engañarme. No eres más que un crío patético en busca de una mujer que le solucione la vida... Y me das asco.


Leo no contestó.


En ese momento, apareció Pedro. Paula tuvo que sujetarlo para que no le diese un puñetazo.


-No, Pedro, por favor. No merece la pena.


-No, desde luego que no-. murmuró él con desprecio.





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