miércoles, 4 de septiembre de 2019

COMPLICADO: CAPITULO 25




Es tarde cuando llegamos a casa y todas las luces de la casa están apagadas. Hay una luz nocturna en el pasillo en la parte superior de las escaleras que ilumina el camino a nuestras habitaciones. Mamá y papá están en el primer piso y vi que la luz de su habitación se apagó cuando entramos. Sabían que estaríamos fuera hasta tarde, pero estoy seguro de que querían asegurarse de que llegáramos a casa antes de que se fueran a dormir.


Tomo la mano de Paula en la mía mientras subimos las escaleras y entro en su habitación. Cerré la puerta con llave y la abracé con mi brazo.


—¿Crees que puedes callarte?— Le pregunto, y ella asiente, mordiéndose el labio.


—Podría haberte llevado a un lugar agradable, pero cuando me masturbo, te imagino en esta cama.— Mis dedos encuentran la cremallera de su vestido en la espalda y lo deslizo hacia abajo lentamente. 


—Pedro—, dice en voz baja mientras le quito el vestido del cuerpo y lo pongo en la silla cercana.


—Sé a qué sabe, mi Paula, y tú también.— Me chupo los labios recordándolo de antes. —No me digas que no es dulce.— Yo asiento a su cama y ella se mueve hacia ella. —Ve a meterte debajo de las sábanas.


Me quito el esmoquin y lo tiro en una pila junto a la cama. Dejo mis boxers cuando me meto debajo de las sábanas con ella y luego me pongo de costado junto a ella. Sin decir una palabra le tiro de los calzones hasta que se le caen hasta las rodillas, y luego empujo mis dos dedos hacia la humedad.


—Pensé en hacer esto tantas veces—, se lamenta, y le puse la mano sobre la boca.


Le froto ese dulce y apretado punto dentro de su coño y ella levanta las caderas.


No puede abrir más las piernas debido a sus bragas y me gusta que la mantengan en su sitio.


—Joder, ¿siempre estás así de mojada cuando te vas a la cama?— Yo silbo y ella asiente.


Yo acelero y froto su clítoris al mismo tiempo y siento su coño gotear con sus fluidos.


—¿Vas a dejarme poner mi polla a continuación?— Ella asiente con la cabeza y luego se queja bajo mi mano.


Me subo a ella y le quito la mano de encima. 


Con mis dedos todavía dentro de ella, bajo la parte delantera de mis calzoncillos y me saco la polla. Se lo froto en el coño y luego saco los dedos. Ella es caliente y húmeda y se abre para mí mientras empujo mi polla donde estaba mi mano. Sus bragas mantienen sus piernas cerradas, así que no puedo ir muy lejos. Esto evitará que me excite demasiado y que me la folle demasiado rápido. Quiero esto bonito y lento y quiero que ella disfrute cada momento de ello.


—Sólo un poco así, y luego entraré—, le dije, besándola suavemente.


La empujé con un ritmo poco profundo mientras me mojaba el extremo de la polla. Puedo sentirlo deslizarse dentro de ella un poco mientras me balanceo lentamente hacia adentro y hacia afuera. Se le quita el aliento y trata de acercarse más a mí, pero no quiero hacerle daño.


—Shhhh—, digo cuando la cama cruje y le recuerdo que baje la velocidad para que no haga ruido. —No quiero que mamá y papá oigan—, le susurro cerca del oído y ella aprieta a mi alrededor. —Me alegro de que estés tomando la pildora porque no creo que pueda retirarme.


Ella gime de nuevo y yo empujo un poco más profundo hasta que sé que no puedo contenerme más. Me mantengo quieto mientras mi polla late y siento el dolor caliente en mi espalda cuando se derrumba y luego sale de mi polla. Vengo con fuerza y entierro mi cara en su cuello mientras pierdo el control. Aprieto los dientes y susurro lo bien que se siente al ver las estrellas en mis ojos. Ni siquiera estoy completamente dentro de ella y ya es mucho mejor de lo que imaginé. Es cálido y pegajoso y soy adicto al instante.


—Date la vuelta—, le dije, saliendo de su calor y luego pateando mis boxer.


Se sacude las bragas y abre bien las piernas en invitación mientras levanta el culo en el aire. Me caigo sobre ella con la polla dura y llena, deslizándome por detrás. Es más profundo al instante y esta vez se tensa cuando toma más.


—En la almohada—, ordeno cuando empieza a gemir y a mover las caderas. Sus gemidos son amortiguados por la almohada esta vez, pero ella empuja su trasero contra mí.



Ella me toma más y yo miro hacia abajo con sorpresa para ver que estoy en todo el camino. Me tomó como un campeón y cuando me retiro es una dulce y lenta travesía. Su coño me agarra tan fuerte que es como si no quisiera que me fuera y me zambullo de nuevo. Los resortes de su cama crujen, así que tengo que ir a un ritmo medido cuando todo lo que quiero hacer es clavarla en el colchón. Es lento y a pesar de que mi largo y grueso pene la estira y veo un poco de sangre en las sábanas.


Me inclino hacia abajo y beso el lugar bajo su oreja. 


Ella empuja su trasero contra mí y mueve sus caderas. Su culo redondo es hermoso con la luz que entra por la ventana y no puedo quitarle las manos de encima.


Esta vez tengo el control y cuando la siento apretarse, sé que debo esperar. Ella está justo en el borde, y justo cuando pienso que no puedo aguantar más, siento que su cuerpo se libera. 


Entierro mi cara en su cuello mientras me acuesto encima de ella y la sostengo, empujando hacia adentro y hacia afuera para mantenerla en marcha. Le exprimo hasta el último segundo de su orgasmo antes de que finalmente me deje llevar. Cuando lo hago me golpea fuerte y es un torrente de puro placer.


En el momento en que la última gota sale de mí, la saco y la pongo de espaldas antes de volver a meterla. Sus duros pezones están apretados y me inclino hacia abajo para chuparlos.


—¿Puedes callarte así?— Pregunto mientras beso mi camino hacia sus pezones. —Porque he esperado mucho tiempo para tenerte, y no estoy ni cerca de terminar por esta noche.


—Puedo estar callada—, susurra, alcanzándome, y pongo todo mi peso sobre
ella.


Mi polla se mueve más rápido así mientras sus piernas me rodean y ella se abre.


No vamos a dormir un poco, pero por la forma en que me agarra la polla, sé que está de acuerdo con eso. He soñado con este momento y no estoy listo para que termine. De hecho, nunca lo permitiré.


Después de esta noche no habrá un momento en que no esté a su lado, sin importar lo que digan los demás. Este es nuestro momento de dar la vuelta y finalmente comenzar la vida que siempre hemos querido.


—Te amo, Paula—. La miro a los ojos y me sonríe mientras me toma la cara.


—Yo también te amo, Pedro.



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