lunes, 2 de diciembre de 2019

SECRETOS DE AMOR: CAPITULO 25





Estaba demasiado nerviosa para dormir, de modo que paseó por el salón, reviviendo aquel momento entre sus brazos y regañándose a sí misma por ser tan débil. ¿Por qué no podía recordar que era su jefe?


¿Por qué había tenido Pedro que besarla? ¿y por qué se había dejado ella besar? ¿No era capaz de controlar la atracción que sentía por él? Quizá le había dejado claro que estaba interesada y con la supuesta ausencia de su marido... sí, claro, para Pedro Alfonso sería muy conveniente mantener una relación con una mujer casada que no podría exigirle nada.


Eran casi las dos de la mañana cuando se obligó a sí misma a meterse en la cama. En unas horas, Maia estaría de vuelta en casa y tenía que estar alerta y despierta para su hija. 


Tenía que criar a una niña sin la ayuda de su padre y no había sitio ni en su vida ni en su cama para Pedro Alfonso, decidió. Por mucho que le gustara besarlo.


Pero cuando acababa de apagar la lámpara de la mesilla sono el telefono y contestó a toda velocidad.


-¿Pedro?- no se le ocurría qué otra persona podría llamarla a esas horas, pero el silencio al otro lado del hilo la lleno de horror. Y los Jadeos, que a la luz del día le habrían dado risa, sonaban extrañamente amenazadores-. ¡Vete al Infierno, Idiota! -gritó, antes de colgar el telefono, furiosa.


Y después se echo a llorar.




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