jueves, 28 de noviembre de 2019

SECRETOS DE AMOR: CAPITULO 11




Veinte minutos después tuvo que reconocer que tendría que pedir ayuda y se pasó diez minutos más practicando un tono distante, desinteresado.


Pedro no estaba trabajando cuando entró en su despacho, sino mirando la extraordinaria panorámica de la ciudad desde la ventana y ella se preguntó si también él tendría por costumbre soñar despierto. Aunque, por su expresión, el sueño no era nada agradable. Paula le pidió ayuda con el programa de ordenador y, unos segundos después, estaba detrás de ella, en su silla, tan cerca que podía sentir el roce de su brazo y respirar el olor de su colonia.


Sus instrucciones eran concisas y cuando terminó puso una mano sobre su hombro.


-¡Ay! -gimió Paula.


-¿Qué ocurre?


-Nada, es que me duele el hombro. Debe de ser del golpe de esta mañana...


-¿Te has dado un golpe? ¿Y por qué no me lo habías dicho? Te pregunté claramente si te habías hecho daño.


-Pero si ni siquiera creías lo del ladrón en la bicicleta... -protestó Paula- Te pusiste sarcástico y yo no quise dar más explicaciones después de haber llegado una hora tarde a trabajar.


-Te habría creído si me hubieras dicho lo del golpe -protestó él, enfadado.



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