viernes, 22 de noviembre de 2019

PARA SIEMPRE CONTIGO: CAPITULO 31




Todas las amigas de Paula se entusiasmaron al enterarse de las buenas noticias y le desearon mucha suerte. Paula creía que la vida no podía irle mejor; el diseño de la Colección Para Siempre iba sobre ruedas y su relación con Pedro mejoraba cada día.


Incluso los rumores acerca de la compra de la empresa habían disminuido. Marcos Grey no había hecho ningún avance durante las últimas semanas. Los más optimistas decían que se había dado cuenta de que hacerse con todas las acciones de la empresa requería mucho esfuerzo y que había perdido el interés. Los pesimistas tenían una visión diferente del asunto: pensaban que el terrible depredador estaba tratando de conseguir que la empresa recuperara el clima de seguridad antes de pasar a la caza. Creían que atacaría pronto, presumiblemente durante las vacaciones, cuando todo el mundo estuviera pensando en otra cosa.


El día de Acción de Gracias estaba próximo y Paula tenía que decidir qué iba a hacer. 


Pasaba todo el tiempo posible en el estudio, y deseaba poder quedarse allí durante el largo fin de semana para concentrarse de lleno en sus obras de arte. Pero sabía que eso no sería posible. Por un lado, su madre la había invitado a Malibu para pasar el fin de semana. Aunque Paula nunca había mantenido una estrecha relación con su madre, siempre había confiado en que cuando madurara las cosas cambiarían. 


Una vez que había establecido su relación con Pedro, deseó ver a su madre e incluso pedirle algunos consejos. Pero el día que habló por teléfono con ella cambió de opinión. Su madre le contó todos los planes que tenía para las vacaciones: visitas a amigas y actos sociales. Paula sabía que no pasaría mucho tiempo a solas con ella. Su madre tendría la casa llena de gente durante todo el día. O ella tendría que acudir a las fiestas que daban las amigas de su madre.


Cuando por fin consiguió hablar ella y decirle a su madre que pronto haría una exposición, su madre se alegró mucho e insistió en que iría a Indiana para la inauguración. Paula ya le había contado a su madre lo de Pedro, y cuando llegó el momento de tomar decisiones acerca de las vacaciones, le dijo que quería hablarlo con él porque no quería dejarlo solo el Día de Acción de Gracias.


Eso era en parte verdad, no solo una excusa. 


Aunque se sentía muy unida a Pedro, se sentía insegura al hablar de las vacaciones con él, porque consideraba que el tema otorgaba un grado de seriedad a la relación que la incomodaba.


Estaba convencida de que amaba a Pedro con todo su corazón. ¿Cómo no iba a amarlo? Era el hombre más amable, bueno y comprensivo que había conocido nunca. También era inteligente y trabajador, y se había convertido en millonario. 


Era un magnífico amante y con él se sentía protegida, respetada y admirada.


Tenía todo lo que una mujer podía buscar en un hombre.


Pero ése era el problema, Paula consideraba que no era la mujer adecuada para Pedro. Él se merecía algo diferente, algo mejor. Una mujer con seguridad en sí misma que pudiera ayudarlo en los negocios y en los actos sociales. Una mujer de su entorno social, y no una diseñadora de joyas medio bohemia que apenas sabía dónde comprarse la ropa, cómo vestirse o cómo mantener una agradable conversación en un cóctel.


Lo más importante era que Paula nunca podría darle la familia que Pedro tanto deseaba. Quizá, conocerla había sido algo positivo en su vida. 


Sin duda, Pedro la había ayudado, pero ella también a él, ya que creía que gracias a su relación Pedro había conseguido superar el divorcio y se había decidido a buscar la vida que quería tener.


Pero eso no significaba que Paula fuera la mujer adecuada para él, y ella sabía que pronto tendría que enfrentarse a esa cuestión.



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