martes, 8 de octubre de 2019

LOS SECRETOS DE UNA MUJER: CAPITULO 27




Margo bajó al camarote a ponerse loción bronceadora. Después se lavó las manos en el lavabo.


Se miró en el espejo. No era fea, pero tampoco podía considerarse guapa.


Nunca le había importado su aspecto, o al menos se había convencido de ello.


Recordó la noche anterior, sentada bajo las estrellas en compañía de Hernan. Se preguntó cómo sería saber que él la consideraba atractiva.


Pero sabía que todo aquello era ridículo. Que una mujer como ella nunca podría atraer a un hombre como Hernan. Eran polos opuestos.


Había visto a la joven que había acompañado a Hernan en el muelle de Miami. Parecía una modelo de lencería. Su cuerpo era perfecto y el beso de despedida que le había dado a Hernan había conseguido que Margo apartara incómoda la vista.


Pero al recordarlo, no pudo evitar pensar en si Hernan besaría bien.


No entendía que le estaba pasando esos días, ella nunca solía perder el tiempo con ese tipo de tonterías.


Su vida era muy rutinaria. Llegaba todos los días al despacho sobre las siete de la mañana y no salía hasta las seis o las siete de la tarde. Le gustaba su vida. De vez en cuando almorzaba con alguna compañera y solía cenar con su padre en un restaurante cercano a su casa.


Había pensado en mudarse y alquilar su propio apartamento, pero el caso era que apenas pasaba tiempo en casa. Y a su padre no le había gustado nada la idea las pocas veces que se lo había sugerido.


Su vida real no le dejaba tiempo para fantasear. 


Sabía que Paula sólo quería ser amable, pero estaba claro que no iba a ninguna parte con esos sueños.


A pesar de todo, rebuscó en su bolso hasta dar con las lentillas. Las había comprado por impulso un día, harta ya de llevar siempre gafas, pero nunca había tenido el valor de ponérselas.


Se las colocó con dificultad y estuvo varios minutos pestañeando, intentando acostumbrarse a las lentes de contacto. Era una sensación extraña. Estuvo a punto de quitárselas y volver a ponerse las gafas, pero salió del camarote antes de que pudiera cambiar de opinión.



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