lunes, 2 de septiembre de 2019

COMPLICADO: CAPITULO 18



Entonces es como si el sueño se rompiera cuando me suelta, se aleja y salta del auto. Mi cara se calienta y no puedo seguir el ritmo de lo que acaba de pasar.


¿Por qué no le devolví el beso? Me quedé sentada conmocionada. Probablemente piensa que yo no quería el beso y que quiero meterme en un agujero y desaparecer para siempre.


Mi puerta se abre un segundo después y Pedro me tiende la mano.


—No lo pienses demasiado—, dice mientras me mira dulcemente.


¿Cómo puedo no pensar demasiado en esto? 


Me besó y soy su hermanastra. Esto está mal en muchos niveles, pero de todo lo que estoy enojada conmiga misma por no haberle devuelto el beso. No me aferré al momento robado que se sentía tan bien.


Me rodea con su brazo mientras caminamos y no sé si tiene que ser casual o como si fuéramos una pareja.


—Lo estás pensando demasiado.


Oigo la risa en su voz y con ella se desvanece parte de la preocupación que estaba construyendo rápidamente. Me chupo los labios, tratando de ver si puedo saborearlo, pero necesito concentrarme en otra cosa.


Cuando llegamos al frente del restaurante me abre la puerta. 


—Haré que me devuelvas el beso—, dice al lado de mi oreja cuando me deslizo a su lado.


Su brazo se cae de mi hombro y no tengo tiempo para responder porque mamá y papá están allí saludándonos desde su mesa.


Pedro me pone la mano en la espalda mientras me guía y me saca la silla. Mamá y papá se ven tan felices como sus ojos rebotan entre nosotros. Puedo decir que están disfrutando que estemos saliendo porque vi sus caras iluminadas cuando Pedro me recogió para celebrarlo. Si supieran lo bien que nos llevamos, no estarían tan contentos.


—Es como en los viejos tiempos.— Mamá sonríe mientras me siento en mi asiento.


—¿Vas a partir las costillas conmigo?— Pedro me empuja de un lado antes de levantar su brazo y ponerlo causalmente en el respaldo de mi silla. Entonces lo siento enganchar su pie bajo mi silla mientras me acerca a él. Mamá resoplaba y papá se reía de un —Sí, claro.


—No comparto la comida.— El único momento que comparto es cuando hay algo que no quiero comer y a Pedro le gusta.


Le doy un empujón y me pregunto cómo está siendo tan juguetón ahora mismo.


No puedo evitar hacerlo yo misma porque es como en los viejos tiempos. Pero después de ese beso no quiero los viejos tiempos.


Quiero algo nuevo.




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