lunes, 16 de septiembre de 2019

CENICIENTA: CAPITULO 32




Aprendió muchas cosas del negocio de publicidad. Cuando empezaron a aparecer las señales que indicaban la desviación para Woodlands, empezó a preguntarse cómo sería la familia de Pedro.


—Cuéntame algo de tus padres antes de que lleguemos —le pidió.


—¿Estás nerviosa? —Pedro se detuvo en la desviación y sonrió.


—Un poco —bastante.


—No estés nerviosa. Son gente encantadora. Mi padre está retirado. Era ejecutivo en una empresa de petróleo. Le gusta el golf y hace muchos años mi madre y él se vinieron aquí a descansar.


—No están muy lejos de la ciudad —comentó Paula.


—Eso fue lo que les trajo aquí. Mi hermana y su familia viven en Houston. Mis padres no querían estar lejos de sus nietos —le informó. La miró—. Presentes o futuros.


—No sabía que tenías una hermana —comentó Paula. Seguramente estaría su dirección en la agenda, pero Paula no sabía su nombre de casada.


—Sí. ¿Te acuerdas de Jeanette, la que conociste en el concierto?


—¿Era tu hermana?


—No —Pedro se echó a reír—. Pero mi hermana Pamela es médica también. Jeanette y ella fueron a la misma universidad e hicieron las prácticas en el mismo hospital. Conozco a Jeanette hace muchos años.


—Oh.


—Paula —Pedro la miró a los ojos—. Jeanette y yo hemos salido juntos, y ahora somos amigos. A ella sólo le interesa su trabajo y yo no se lo puedo echar en cara —sonrió—. Pero me gusta que te pongas celosa.


—Yo no estoy celosa —sí que lo estaba.


Él sonrió de nuevo.


—¿Y a qué se dedica tu madre? —le preguntó Paula.


—Hace de todo. Juega al golf, se ofrece voluntaria para trabajar en cualquier organización caritativa y pertenece a un millón de organizaciones.


Toda aquella información la dejaba un poco asombrada. La familia de Pedro era una familia adinerada. No iba a poder evitar compararse con ellos durante aquel fin de semana. Y si quería salir bien parada de aquel encuentro, lo mejor sería estar alerta todo el tiempo.


Seguro que lo iba a conseguir. Para ello llevaba varios días estudiando.


—Ésa es —Pedro giró en una carretera de doble sentido y pasó por una puerta de hierro.


Todo iba a salir perfecto. Pero, de pronto, vio la casa.




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